lunes, 27 de julio de 2009

Y su sombra es alargada...

*


Como lo que deja, como señales que flotan y suben y se enroscan en el aire, arañando los techos, llenando las nubes... transformado en fantasma, en memoria gaseosa de lo que un día fue...

Pues sí, el sábado dejé de fumar. Flípalo. Que ¿por qué? pues por que ya era hora. No sólo dejar de fumar, si no más bien de empezar-a-no-fumar (que hay que verlo como un comienzo, no como un final). Vuelvo a preguntar (por que el mono es terrible y exige respuestas), ¿por qué?. Pues bien, por que llevo 9 años fumando y el orgullo tonto de haber empezado tarde (sí, lo sé mamá, TONTO), en aquel piso-estudio de verano de El-rubio, ya me ha dejado de hacer gracia, por que ya me he hecho mayor (leer 36) y por que 9 años, ya dan para tener los pulmones pelín mustios. Hay más razones, como por ejemplo la leyenda urbana (que hacen correr las malas lenguas en un esfuerzo por difamarme) que hace referencia a los ligeros y amables sonidos que emito cuando duermo. También está esa otra que me hace sentir culpable cuando "alguien" menciona que huelo a viejo (puyas exageradas, a todas luces) y que para lavar mi culpa acabo acudiendo al señor Colgate y a un lavado de manos y cara (tal que Pilatos). La que más me enternece, sin embargo (y la que vale un Potosí) es esa que Animalito esgrime con tanta maestría y que con cara de infinita tristeza me dice que duraré menos y me moriré antes. Ahí hay una de esperanza y de fe guardada, que a uno le desmonta y no tiene por más que tirar el pitillo, pisarlo con rabia y alzar el puño al cielo, mientras jura no volver a pecar. Aunque lo suyo siempre sea durar menos que los seres queridos, por puro egoismo, claro está. La otra razón que me encontré, como quien encuentra un billete de 20 euros en un tejano viejo (no suelo tener de más calibre conmigo), es la del ahorro para mi triste nano-micro-economía. Sé que es muy posible que con mi decisión hunda a Phillip y Morris acabe suicidándose, o que Altadis reduzca tanta plantilla que tenga que cerrar, pero lo siento. No puedo sostener más emporios económicos. Es muy posible que hayan represalias y que día sí, día también me encuentre, frente a la puerta de mi casa, envíos ingentes y gratuitos de cartones de L&M, o de Marlboro (el caviar de los pitillos), o de Winston, (nunca de Nobel, sólo tabaco de hombre). Sé que me lo van a poner difícil y que buscarán mil y una artimañas para que acabe sucumbiendo a las delicias del alquitrán y la nicotina. Yo, que he sido un todoterreno tabaquil: Pipa, puro, purito, pitillo, pitillo de liar (el de la risa me baja la presión), hasta rappé, que no sé si entra dentro de la categoría, pero también te deja mocos marrones. Ahora heme aquí, con King-kong mirándome desde la ventana, sin rubia platino a la vista, con los ojos desencajados y las uñas largas... por si esto va a más y acabo colgado de techo. Resistiendo, con un Par!**

* transformación-de-cigarrillo-en-bola (de ansiedad). Truco de magia.

**(que son dos, que son las letras L y M, que 2x10 = 20, que son los cigarrillos que hay en la cajetilla, que son el número de mitades en que se divide el cigarrillo (cosa-que-se-fuma y cosa-que-no-se-fuma o filtro), que son los días que llevo sin fumar (por que el de hoy no cuenta, que me dio asco y eso es buena señal)).

Pufffff...

sábado, 25 de julio de 2009

Saltos


Qué cosa adelantar la pérdida. Como decidir que ver una matrícula que suma trece nos va a desgraciar el día o pensar que uno no se va a curar de lo que sea que le hayan diagnosticado. Darlo por cierto, asumirlo y precipitarse. Navaja de Occam que diría alguno. Si todo fuera así, uno sólo viviría del pasado, de lo vivido. Sacaría su regla de medir (cada vez con más divisiones y más inalterable que el "metro" famoso de iridio), su mazo de juez suicida y diría: -Esto es así- o -Esto será asá-. Como si esto que vivimos, no tuviera más remedio que acabar, acabar así o acabar asá. O como si esto fuera consecuencia de aquello o aquello sucederá por que ahora sucede esto. Falacia, como diría Lopack (Post hoc ergo propter hoc). Falacia y de la buena. Pensar así, sentir así, se parece demasiado a esas maquinitas que habían antes en los recreativos. Esas que tenían bandejas llenas de monedas y que parecían todas a punto de caer por que metiéramos una más. Pero nunca caían. Falacia. La vida puede resultar muy cómoda y dura y triste, de esa manera. Tampoco digo que uno sea un ferviente creyente, ni un flower power. No. Tampoco es eso. Pero sí que tiene que ver con la Fe, por llamarlo de alguna manera. El dejarse ir y creer. Confiar, supongo. Confiar lleva (algo camuflada y con disimulo) la palabra Fe dentro. Justo en medio. Embarazada de Fe. Con-fe.
No pierdo la perspectiva. Ya sé que todo lo que empieza tiene la manía (y el acierto) de acabar. Lo que importa es lo que hacemos con eso. Hasta dónde nos lleva, cómo nos transforma, cómo crecemos y qué somos capaces de dar o de recibir. Ahí reside la Fe y también la voluntad. El querer creer, que es el primer paso para poder creer.
Un día decidí que yo era agnóstico. Creo en algo, pero no sé ponerle cara, ni nombre. Creo en esa Fuerza (como bien sabe el maestro Yoda). El motor. Hace años pensaba que el motor que lo movía todo era únicamente la voluntad, por que todo tenía voluntad (personas, animales, vegetales, minerales, nubes, planetas, universos...) . Ahora empiezo a comprender que la voluntad es importante pero no suficiente. Como Agilulfo (el caballero inexistente, del cuento de Calvino), pensaba que sólo con querer existir era suficiente, pero no había caído en que Agilulfo acaba desapareciendo. Supongo que no entendí el cuento. La armadura sin caballero que todo lo hacía bien y mejor que los demás, se quedó sin motivo para seguir existiendo. Le faltó Fe (en su caso amor, que es lo mismo). Le faltó el salto al vacío.
A veces pierdo el hilo. Es bonito soñar con las cosas bonitas, con los futuros que uno quiere. Es difícil saber lo que uno quiere, pero cuando lo concreta, lo visualiza, lo empieza a vivir, es demasiado sencillo empezar a creer ciegamente en eso. Tampoco es la solución y menos cuando lo que uno quiere no depende enteramente de uno (menos mal). No es la solución por que uno no consigue todo lo que quiere (aunque a veces encuentre lo que necesita). Así que creer se convierte en un estado, en una burbuja sin contornos definidos que vamos haciendo girar en el aire con nuestra fuerza de voluntad. Hoy es hoy y mañana también es hoy (y no por que sea lo mismo). Ayer es lo que ya sabemos y ahí se queda (como el libro de Calvino, en la estantería) por si algún día lo necesitamos. Uno tiene en su mano decidir si lo usa o se arriesga.
El funambulista está en el cable. Calibrando, equilibrando entre la ganancia y la pérdida. El que salta (por que se acaba saltando) cree que hay red allá abajo y mientras, con su mejor sonrisa, gira y da piruetas imposibles por que quiere y por que sabe que no habrá otro momento mejor para hacerlo.

viernes, 17 de julio de 2009

36


Pues eso, que es mi cumple. Estoy en mi cafetería favorita (sí, hoy prometo ser ñoño-ñoño-ñoño) con los restos del café con leche, los restos de croissant de chocolate (no hay quien se acabe esta bomba), unos pitis (los justos, sólo los justos), las entradas que me ha regalado Animalito (para irnos “a cualquier otra parte”), el diminumicroordenador que me ha regalado Vakame (tantísima grasia, padre) y una sonrisa de oreja a oreja. Aunque no haga sol, aunque no llueva, aunque el día no acabe de decidir qué quiere ser.

Llevo unas cuantas semanas con puntas (que es cuando uno es tan cochinamente feliz que no sabe muy bien qué hacer ni dónde meterse y acaba explotando por algún lado). También llevo algunas semanas echando la primitiva y el euromillones (por ahora sólo un reintegro), quizá porque soy consciente de que no me va a tocar y de que (de algún modo) equilibro toda mi buena suerte, con la mala suerte de que nunca me toque. No me importa que no me toque si sigo conservando esta… buena racha (ayyyy las supersticiones). No me importa seguir en la Secta durante treinta o cuarenta años más, o hacer malabarismos con la cuenta corriente (que más que malabarismos es cuestión de prestidigitación).

Ha sido (y seguirá siendo) un camino difícil. Han cambiado muchas cosas. He cambiado muchas cosas. De unas no me he dado cuenta y todavía tardaré un poquito en darme cuenta (siempre llego tarde, pero llego) y de otras cosas sí he sido consciente (a veces demasiado). Mitad caracola, enrollado en mi propio yo y mitad sordo (sin eco de olas). A medias, casi, pero “in progress”.

Ayer le decía a Animalito que llevaba un tiempo con la piel dada vuelta. Estoy aprendido a escuchar y a volverme esponja y la consecuencia es que no me cambio por nada. No me difumino ni quiero estar más de visita. Quiero “esto” y quiero más de “esto” y más de “aquello” (que es lo que ha de venir, sea lo que sea). Creo que es todo cuestión de arriesgar, de no quedarse parado en los sitios que uno conoce. De asomar la cabeza, olfatear el aire y ponerse a caminar. Decidir, dejar y tomar.

El año pasado celebré mi cumpleaños en el bar de la esquina. Animalito me preguntó (por que Animalito ya estaba ahí) que cómo lo iba a celebrar y no supe que contestarle, así que tuve una pequeña conversación conmigo mismo y me fui a emborrachar (gintonic mediante) al bar donde traté de educar mi paladar a la cerveza (sin demasiado éxito). Estuve solo por que quise estar solo y cuando no me aguantaba ya en pie, me fui arrastrando (literalmente por las escaleras) a mi cápsula, donde recibí un par de llamadas que no supe contestar adecuadamente, para enterrarme en la cama-que-no-paraba-de-dar-vueltas. Fue mi regalo de mí para mí. Permitirme ser yo. Fue extraño, pero fui feliz.

A partir de ahí no he dejado de excavar. Ya había empezado antes, pero no me (lo) tomaba en serio. Y ¿sabes qué? Me gusta lo que he ido encontrando. Casi tanto como lo que me queda por encontrar. Seguiré echando lotería para que no me toque jamás.

Gracias.

D.

martes, 14 de julio de 2009

Límites


Tengo entendido (como ahora estoy escribiendo en una libreta, luego lo comprobaré en la wiki) que la palabra témenos (τέμενος) significa algo así como un recinto dedicado a un dios, pero que también eran las montañitas que uno dejaba cuando hacía surcos en la tierra. Témenos, era una línea, un límite. - A partir de aquí es "una cosa", a partir de allá, es otra-. Aquí vive un dios, o yo, o mis vacas, o mi familia o mis sueños, más para allá... vosotros os apañais. No es que no me importe, es que me importa menos. Por que cuando uno traza unos límites o se encuentra con unos ya trazados y los acepta, lo siguiente es hacer algo allí dentro.
Todavía recuerdo aquello (o por lo menos algo me suena) de cuando una "x" tendía a infinito. "El límite de x que tiende a infinito (que infinito era un 8 que ya estaba tendido). Yo pensaba que era un límite tonto, por que no veía que el infinito tuviera límites y claro, la x estaba "working in progress" hacía infinito. Uno a veces se relaciona así con el mundo, como esa x de límites difusos y mientras más difusos sean los límites que quiere para sí, más difuso se vuelve uno. Es una relación uno a uno. "Si todo vale, es que nada vale" (dice el Hermano Protector y que razón tiene). Ése, es un extremo peligroso. Tampoco es mucho mejor que el otro extremo de limitarlo todo (etiquetar, clasificar, reglar, fijar, pulir y dar esplendor) por que es un poco matar y disecar las cosas (minerales, vegetales, animales o cosas).
Es difícil poner límites sin pensar que uno acaba con un "algo", una posibilidad, pero sospecho que (comparativamente) el precio de no ponerlo sería mayor. Uno decide cuando pone un límite (o va Animalito y te da un coscorrón y te empuja) y las decisiones sólo lo son (de verdad) cuando se pierde algo o se deja algo.
Uno puede poner sus límites, expresarlos, escribirlos, ponerles sellos y pólizas y llevarlos al notario para que de fe (y se lleve pasta por que tiene más fe que uno), pero eso no significa que los demás los reconozcan (que reconozcan a uno) o los acepten (que acepten a uno) o los quieran para sí (...)
El sentido común no es tan común como pensamos. Así que uno acaba poniéndose límites a uno mismo, trazando los surcos de su recinto y saliendo de vez en cuando a mirar que el surco siga ahí, no vaya a ser que venga otro con su arado (o sin él) y le importe un culo el surquito. Tampoco hay que obsesionarse, pero si uno decide, si uno delimita, es por que es y por que quiere ser y eso merece un respeto (por lo menos el mío).
En conclusión, que si a uno le gustan las momias (todas muertecitas, archivaditas, sequitas e inmóviles (la gran mayoría)) que se vaya a un museo y si, por el contrario a uno le fascina el camarote de los Marx (que mola, pero no hay quien pegue ojo), pues eso, que aproveche. Yo me voy a la playa, a ver si me diseco un poquito y chapoteo otro poquito, que es lo suyo.

lunes, 6 de julio de 2009

Doppelgänger


Según la wikipedia, el doppelgänger es "el doble fantasmagórico de una persona viva". No pude comprobar (aquella tarde de jueves) si mi doble estaba vivo o era un fantasma. Apenas nos vimos unos segundos y creo que los dos nos asustamos. Yo estaba curioseando y mirando algo para una "excursión" en la agencia de viajes del FNAC (cuando había agencia de viajes, que ahora es el servicio postventa). Hacía cola y estaba de pie. Miré sin mirar (como siempre que hago cola) y pude ver a Yo quietecito y subiendo por la escalera mecánica. Yo se giró y me miró. Creo que abrió la boca por que Yo también la abrí y nos miramos como una pareja que se despide en la estación de tren (uno quieto y el otro moviéndose sin querer moverse). Yo estaba más rellenito, eso sí que es verdad, pero sin duda era Yo. Nos dió miedo perseguirnos por que ninguno de los dos movió un dedo. Creo que me molestó estar repetido. Uno esforzándose tanto por ser uno y resulta que es dos. Tanto que me ha costado reconocerme y diferenciarme de lo que me rodea (cogiendo un poquito de aquí y un poquito de allá) y resulta que realmente no hacía tanta falta.
La wiki también dice que encontrarte con tu doppelgänger es un augurio de mala suerte, o de muerte o de vaya usted a saber que cosa mala. Bueno, a ver, cosas malas si que me han pasado desde entonces, pero también buenas y todavía no me he muerto (lagarto, lagarto) así que no sé muy bien que efecto produjo (produje) Yo en Yo y Yo en Yo. Por que ahora que lo pienso Yo podría ser el doble fantasmagórico de Yo. Tal vez Yo fuera el mal presagio o el mal augurio y maté a Yo (o le avisé de su muerte o de la muerte de su buena suerte) sin ser consciente de ello.
Recuerdo (por que entonces no tenía ni idea de todo esto del doppelgänger), que estuve pensando sobre mi gemelo del que me separaron (subrepticiamente y para vete a saber que clase de experimento genético, secta satánica o millonario estéril) en la maternidad de la Vall d'Hebron. También pensé en un posible "desliz" o familia paralela de papá, que siempre trabajaba mucho y la casa "se le caía encima" (aún se le cae, pero no creo que le pille nunca dentro). Descarté que fuera mi gemelo inverso (especular) que vive en Australia, por que es metafísico y por que es imposible que nos encontremos nunca sin que estalle en Universo. Divad debe ser muy rico y debe estar pasando una mala época, pero oye, ya le tocaba.
Esto me recuerda a que un día en el trabajo estuve media mañana preguntándome qué había detrás de-la-puerta-que-no-da-a-ningún-sitio. Es una puerta grande, con espejos y está al final del pasillo de contabilidad (al lado de donde tiene el despachito el imbécil, para más señas). Al Hermano Contador y a mi nos hizo mucha gracia y estuvimos tirando de ese hilo un buen rato, hasta que llegó la Madre Superiora y nos dijo que daba al almacén de Pronovias. No la creímos por que su teoría era más improbable y bizarra que la nuestra (que iba de mundos especulares y universos paralelos).
La verdad es que da un poco de yuyu saber qué hay "detrás del espejo", por que una cosa es imaginarlo y otra cosa es atraversarlo (sin proponértelo) y encontrarte contigo en unas escaleras mecánicas del FNAC. Sea como sea, ese espejo debe ser ligeramente convexo... por que... Yo te vi un poco más rellenito... Tigre!

miércoles, 1 de julio de 2009

Working in progress


Nuncá "proguesé adecuadamente". Más bien lo hice (y lo sigo haciendo) de manera "freestyle", o sea, que cuando lo hago no lo sé y cuando dejo de hacerlo tampoco me entero. Supongo que es algo que te tienen que decir. El progreso parece que te tenga que llevar a "alguna parte", pero no siempre es así. Progresan las nubes, los japoneses, el cambio climático, un tornado, en fin, muchas cosas progresan y no van a ningún sitio (excepto los japoneses que vienen a ver a Gaudí). Progresan en sí mismos, digamos que se hacen más ellos mismos y uno tiene una vaga idea de que progresan por que han seguido algún tipo de crecimiento y coherencia con su propio yo. Eso es, al menos, lo que piensa el que piensa desde fuera.
Yo no sé que clase de crecimiento estoy siguiendo, por que hasta el momento no tengo una referencia clara. No me he topado con mi doble (mentira, que una vez lo vi en las escaleras mecánicas del FNAC), ni con mi gemelo inverso que vive en Australia. El caso es que Animalito piensa que progreso adecuadamente y lo sé por que se lo dijo al novio de su amiga morena (que me pareció ver hoy con una rubia cuando salí de casa). En fin, supongo que todo es un progresar, o no.

Reflexiones porosas


Cuenta la historia que al joven Guillermo le daban para comer guisantes todos los días. Al joven Guillermo no le gustaban. Los odiaba. Un día, su madre (por que haberla húbola, aunque en esta casa se desconozca su nombre) llevó al joven Guillermo al mercado y apiadada de su pobre niño le compro un par de onzas de salmón, tres celemines de salmonete y cuarto y mitad de navajuelas. El joven Guillermo degustó todo de buena gana y concretó que lo que le pirraban eran las navajuelas. En Ockham, que resultó ser su pueblo natal, todo el mundo se enteró y se regocijó con tan buena nueva, que liberaba al joven Guillermo de Ockham de una muerte por inanición a la vez que se revelaba un principio filosófico tan grande como un templo. Las Navajuelas de Ockham: "Si a Guillermo no le gustan los guisantes, antes de que se muera de asco o de hambre, dale navajuelas y déjate de estupideces."
Este principio universal (que no puede aplicarse a todos los campos del conocimiento por no revelar la verdad, si no lo más probable por sencillo) me lo he venido pasando por el forro durante mucho tiempo. Ya me lo decía mi madre "tu es que te comes mucho el coco y te ahogas en un vaso de agua". Cierto.
A Dios no hacía falta matarle por que a Dios, no hay (bonita redundancia) Dios que le entienda. Tal vez es que no habla nuestro idioma o tal vez es que no existe, o tal vez es que no le entendemos como queremos entenderle. Se sospecha que existe, por que lo creamos a menudo. Miramos alrededor, no vemos nada y al primer tipo (o animal, vegetal, mineral o cosa) que pasa con aire de saber más (gesto sagaz provocado o involuntario) le llamamos Dios. Brian sabía que la gente cree en lo que quiere creer, cuando en lugar de escuchar sus palabras de amor universal, adoraban a su sandalia. Dios, la autoridad, venga de donde venga. "Eso que ponemos ahí" "el del plan secreto" "El orden". Dios tiene muchos nombres, tantos como ganas tenemos de crearlo. Los más discretos le llaman "suerte" los más simples "destino". Nietzsche le mató y Freud le llamó papá, en tiempos de crisis se le llama Jefe y Mark Twain proclamó a los hombres como los dioses de los perros (aunque estoy seguro de que habrá habido alguna cultura que haya deificado a los perros). ¿Y si no hay "plan secreto"? ¿Y si no hay que poner "algo ahí"? ¿Y si el orden cambia constantemente? ¿Y si en lugar de mirar y no ver nada, aceptamos (de una puñetera y santa vez) que no hay luz o que somos ciegos?

El joven Guillermo tenía una respuesta. Si hay navajuelas, ¿para qué voy a comer guisantes?
(es decir), ¿por qué crear una idea tan compleja e incomprensible como Dios, si luego no la entiendo?
Pues eso... que te comes mucho el coco y te ahogas en un vaso de agua. Con lo ricas que están las navajuelas...