jueves, 8 de julio de 2010

Palimpsesto


¿Qué será de ell@s? Todas esas cosas que se escriben y se pierden en internet... sólo hace falta un error de cálculo al apretar un botón, o escribir mal "laclaveantirrobótica", o un pulsar distraído sobre una "x" y ya está, desaparecen para siempre. No quedan registrados en esta red que todo lo registra, lo etiqueta y lo guarda. No tenemos ni idea de hasta cuando quedarán estas palabras escritas (si no me equivoco al publicar). Uno lo puede borrar todo y sin embargo, en algún sitio se quedan almacenadas (llámalo superordenadordegoogle o llámalo Echelon), sin propietario, acaso, secuestradas, tal vez, pero permanecen. Es así por que ya han salido, existen desde el momento en que se graban.

Revisando en el editor de blogger, me doy cuenta de que hay casi tantos borradores como entradas. Es el laboratorio, el almacén de nonatos a los que le faltan los ojos, una sonrisa, una raíz o un final curvo. Algunas historias empiezan y se quedan ahí, esperando y otras tantas se quedan amnésicas perdidas, sin saber hacia dónde iban o de dónde venían. Todas, sin embargo, están ahí, guardadas, haciendo honor a ese inicio de síndrome de Diógenes que cultivo sin saberlo.

Es muy posible que todo esto nos sobreviva y que acabe siendo como un mensaje en una botella. Alguien, tal vez, nos lea cuando ya nos hayamos olvidado de lo que dijimos o pensamos creer y que, como restos de ADN, puedan recomponer algún tipo de pensamiento o cáracter del que escribe. Uno no es consciente de esto porque de ser así, no escribiría muchas cosas de las que escribe, bien por pudor o bien por maquillar loquenoquieroquesesepademi. El que escribe cambia, los que le rodean cambian también y da la impresión de que llevamos algo inmutable, que hay algo dentro de nosotros que permanece inmutable y a eso nos agarramos, eso somos, además de cambio. Me pregunto si entre todo lo que escribimos, eso queda de alguna manera. Si uno logra... no sé, dejar algo de ese "ser inalterable". ¿Para qué?, puede uno pensar... y uno no sabe responder, pero el caso es que escribe y deja testimonio y firma y dice "hey! estoy aquí". Quizá por eso escribe en un medio atemporal que sólo hace que crecer (como el Universo, mira tú por donde).

Las ideas que se escapan, los textos que se borran, son las posibilidades que tal vez otro aproveche un día. Estoy convencido de que no nos necesitan para existir, ellas ya existen desde hace mucho y sólo hacemos de receptores, las tomamos, las vestimos y fingimos que son nuestras (como los hijos, mira tú por donde). Uno viene como un libro en blanco y ellas nos adoptan, viven con nosotros y nos hacen soñar (o vivir, que no lo tengo muy claro).

sábado, 3 de julio de 2010

Apología y Viajes


En Madrid soy mejor persona. Llevo una semana comprobándolo desde que la semana pasada, por cuestiones relevantes pero que no sé si vienen al caso, estuve de "finde" en dicha ciudad. El viaje resultó raro, desorganizado y azaroso, pero mereció la pena. Volar con Riánse-air es, ya de por sí, una aventura, no sólo por tener que ir a Girona con el autobús que te toque en suerte, si no porque nunca sabes cuando despegarás. El caso es que me pudrí tanto con toda la intendencia que cuando por fin llegué, aún llevaba el chip Barcelona puesto. Es decir, caminar con paso firme (sin tener ni idea de dónde estoy ni como se llega al hotel), cara de pocos amigos (en realidad tengo pocos, pero el resto del mundo no lo sabe) y desenvoltura urbanita (vistazos rápidos al mapa-laberinto del metro localizando destino, transbordos y finales de línea).

El hotel, que resultó ser un "hotel hallazgo" del muy querido "agárralo.com", era ya una buena prueba de la aventura que estaba dispuesto a vivir. Estaba lejos del centro, pero lejos, lejos. Después de 3 líneas (sin pisar la circular, porque me parece una línea infinita) y de un largo paseíto entre zonas industriales, pude llegar a destino. Me registré, pagué, me duché, me tumbé y volví para el metro, para sentir que realmente estaba en Madrid y no en un polígono de las afueras de Barcelona. Mi estado era nervioso, cauto, llevaba esa máscara que uno se pone cuando es un urbanita curtido y previene cualquier golpe que pueda recibir de sus congéneres (malvados o no). No fue hasta que me puse a escuchar a Egon Soda, que me empecé a dar cuenta de que había abierto una brecha en mi realidad y de que podía hacer lo que me diera la gana. Egon me recuerda a Madrid, ya sé que son de Barcelona, pero es una historia compleja. Total que a partir de ahí, anduve "feliz como una lombriz", por las calles y callejuelas de "Madriz". Allí la gente se llama Felipe, Fernando, Mariló, Margarita, Paloma y eso es algo que me resulta extraño y fascinante. Como las paradas de metro "Mar de cristal", "Diego de león", "la Latina", "San Chinarro" (debió ser un santo oriental gigantesco) "Lavapiés" o como los pueblos de alrededor "Ribasvaciamadrid" (que no sé si ribas iba hacia Madrid o que ribas vaciaba Madrid).

Creo que no se notaba el acento, aunque alguna vez se me escapó un "deu" y no es porque reniegue, ni me averguenze ni patatín-patatán, simplemente es porque cuando voy a algún sitio sufro una especie de transformación y hago lo posible por ser aborigen. Algo se me debe notar en la cara, porque no creo que quedara un pedigüeño, puta, o colaborador de ONG que no me parara a contarme su vida. Sin duda cambio y se me debe de poner cara de bonachón (o de tonto). Paseé sin rumbo (es de las cosas que más me gustan), busqué cafeterías, librerías, bares de tapas y disfruté yendo de safari analizando los usos y costumbres de las gentes del lugar. Aprendí que la "clara" también puede ser con gaseosa, que los bocadillos de jamón (si no se pide expresamente un "pantumaca") sólo llevan jamóny que hay una diferencia entre tapa y ración. Me sorprendí de que las primeras fueran gratis y estuvieran incluídas con la clara (con limón, por supuesto). Me hizo pensar en las diferencias de precios y me pregunté por qué en esta ciudad donde vivo, tan cosmopolita, guay y megamoladora, me cobran por todo y si puede ser más caro. Otra cosa que me enfermó es cómo me sentí cuando vi a tantos tipos vestidos con la camiseta de la selección (España-Honduras) y banderas de España. Los miraba con cierto apuro porque según la creencia popular catalana, todos debían ser una panda de fascistas y peperos. Y no, en absoluto. Me fastidia haber heredado unos prejuicios en los que no creo, pero que aquí (digan lo que digan) siguen estando presentes y muy presentes. Haber nacido en Catalunya, para mi representa tanto como haber nacido en el Hospital de la Vall d'Ebron, algo circunstancial. Me siento tan catalán, como español o europeo o terrestre o sistema solariano o vialactense. Supongo que por estas palabras podría ser quemado por hereje en Plaça Catalunya. En fin, me da igual. Hablo en castellano por que es mi lengua materna y paterna y porque me entiendo con más gente y hubiera preferido estudiar más inglés que catalán. No reniego de nada, pero tampoco quiero ser miope.

Total, que Madrid mola, que me gustará volver de nuevo y que me gusta más abrir puertas que cerrarlas.

(Por cierto, los de "La Rosa de los Vientos", geniales!! :D)