jueves, 19 de noviembre de 2009

La niebla


De repente un día, sin venir a cuento, vino la niebla. Como si esta ciudad se hubiera convertido en un London cualquiera, aparece, lo llena todo y todo lo difumina. A mí, la cabeza; por eso ese día no comí y me fui a pasear donde-nadie-me-iba-a-encontrar. La niebla se presentó como se presentó la duda y eso para un creyente (a secas) no es cosa para no tener en cuenta. Paseé y me perdí, pero no por que no viera, si no por que lo suelo hacer de vez en cuando (no sé por qué, pero sí para qué) con la idea de encontrar lo importante. Estos procesos subconscientes empiezan a maquinar cuando los conscientes no saben por dónde tirar. A veces el pasado (los gestos aprendidos, o vicios, que también es un modo de verlo) es/son un potente imán y desapegarse es una tarea que requiere cierto esfuerzo. No hay que desestimar la ayuda de talismanes, fetiches y lo-que-nos-hace-bien, para contrarrestar esas ganas voraces del paso lateral (de cangrejo) que parece estar siempre agazapado y esperando.
La niebla, se metió en todas partes, nos envolvió por fuera y por dentro y a mi, desenfocar me vino bien para verte un poco de lejos y recordar y comprender que uno es más, o puede ser más, cuando se difumina y pierde su contorno, su perfil, su sombra negra y afilada, siempre presta a definirle.

martes, 10 de noviembre de 2009

Mira, mira, ahora sin manos...


Uno recuerda cuando empezó a montar en bicicleta y el asfalto (inclemente y tozudo) le esperaba para reclamar su trocito de piel y su cuota de sangre. Recuerda las ruedecitas ridículas que revelaban la condición de pequeño (o torpe) y cómo fueron desapareciendo, primero una y luego la otra. Recuerda incluso cuando Papá agarraba el diminuto porta-maletas de la BH azul y le decía: Venga, tu dale que yo no te suelto. Y le soltaba. Y uno no sabía cuando ocurría la traición por que estaba demasiado absorto conservando el equilibrio y la compostura. Muchas veces caía y no llegaba a comprender (mirando alrededor) qué había fallado, hasta que veía a Papá más atrás y comprendía que le habían soltado sin avisar.
Al final uno acaba aprendiendo, sea por habilidad o por terquedad y un buen día deja de caerse y no satisfecho con ello, sigue tentando a la suerte y al terrible asfalto que le mira expectante y soñador.
Ayer le dije adiós a R. A escondidas le llamaba como se llamaba un payaso de la familia Milikita, quizá para quitarle hierro a la persona o más bien, para quitarle la gravedad (de peso metafísico) de lo que representaba. Empezó nuestra relación contractual y tácita hace casi dos años. Quería una pócima, un remedio, algo que me librara de espantos y dudas. Llegué a pensar que un día, un nuevo yo, se levantaría y sería el tipo más feliz de la Tierra. Pues no. R. me condujo un ratito y me dejó solo y solo me quedé. Sé que aprendí y sé que todavía quedan muchos "mira-mira-ahora-sin-manos". Tantos como quiera. No me dio pena decirle adiós y no miraré hacia atrás con mirada acusadora cuando me recoja el asfalto. Ahora toca sin ruedecitas, sin mano que acompañe y delante está todo-lo-que-yo-quiera.

Vamos "pallá"!.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Vivir en un faro


Ella compró una revista. En realidad compró unas cuantas, por que estaban rebajadas y por que casi todas hablaban del lugar a dónde quería ir. Él eligió una, por que cuando la abrió vio un faro rodeado de agua y eso le pareció una señal. Él no quiso, ni quiere, ni le interesa, desentrañar todos los significados pseudosexuales y fálicos que encierran los faros. A él le interesa el olor a mar y a salitre, el frío que cala huesos y pensamientos y la voluntad de querer ser dónde nunca le invitaron. Así ve esa construcción, ese edificio o templo o museo (que todo es) a la persistencia, al aviso de quien viene y va y se pierde y no ve nada.
Un faro es un grito, un gesto que te agarra el brazo si cruzas sin mirar, un estoy aquí pero no te acerques. También es límite y frontera y torre que no sirve para mirar, si no para ser visto. Es una atalaya inversa. Habla un idioma de luces y silencios para quien los sabe leer y habla de la tierra que guarda para quien la sabe añorar. El mar, al fin y al cabo es tránsito, es espacio sin tiempo donde todo (o nada) pasa. Él ve esas fotos de costas salvajes, terribles y llenas de rabia donde el mar se desahoga y hiere y mientras más mar ve, más faro, más roca, más tierra quiere hacerse. Encuentra su lugar ahí, en ese gesto que él comprende y ama. Ve faros en Groenlandia, en Irlanda, en Francia. Faros en lugares imposibles, donde todo se rompe y se quiebra. En tierras polares con aguas llenas de agujas de frio y piensa en el miedo, en el segundo de terror donde la vida puede dejar de existir y comprende que eso mismo es la voluntad de existir.
Él sonríe y se imagina con apellido escandinavo, comiendo arenque frente a una estufa mientras fuera ocurre el fin del mundo. Ella le mira y también sonríe, sabiendo que él escribirá algo sobre faros y mares, por que eso es también su forma de existir.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Cuando el arco se tensa... la flecha tiene que partir


O lo que es lo mismo, cuando todo cansa es que algo tiene que cambiar. Cambiar o dejar, o soltar, por que las prioridades se mezclan y de repente parece que todo tiene una importancia vital. Todo y nada son hermanos, tanto que casi siempre se puede cambiar "Todo" por "Nada" o "Nada" por "Todo" en casi cualquier frase. Todo es urgente, todo es importante... si todo es urgente o todo es importante, va a ser que nada es urgente ni nada importante. El orden... la estructura. Hay quien vive bien en el caos, en ese estado tan "molador" que también llaman entropía (aunque tengo la sospecha de que la entropía también alberga otro tipo de orden). Como el nadador que sueltan en medio del océano y no deja de nadar sin saber hacia donde, a qué ritmo, ni si merece la pena nadar. Hay gente que vive así, o casi mejor dicho, pasa-la-vida-así, o mejor incluso "la-vida-le-pasa-así". Conozco a unos cuantos. Suelen ser sifones, torbellinos y agujeros negros que todo lo absorben, que no discriminan ni deciden, por que "todo" les vale, "todo" les sirve. A veces tiendo a comportarme también así. Lo bueno es que me canso, lo malo es que me cuesta acostumbrarme.
Cuando el arco se tensa, la flecha tiene que partir. El título no es mio, es de Ferrán Lobo y E. se empeñó tanto en que leyera ese texto que acabé por no leerlo, aunque el título resuene de vez en cuando en mi cabeza. Es categórico y rotundo, como la verdad y como casi todas la verdades, se puede interpretar. Tampoco es plan de salir corriendo cuando uno se cansa, pero sí que es la señal para tomar decisiones, para soltar cosas. R. siempre me dice que tenemos las manos pequeñas y que para coger algo, siempre hay que soltar algo. Todo no se puede (Nada tampoco se puede). Así que aquí estoy, de vuelta, escribiendo por que parece que algo tengo que decirme y algo tengo que contar.
Hola, de nuevo.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Elquesealimentaderabia


Hay un loco en el metro. Bueno, hay muchos, pero me he topado con uno especialmente... retorcidito. Ya sé que loco no es un término adecuado, además de ser peyorativo para alguien que tiene algún tipo de trastorno mental. Como este tipo me ha parecido especialmente cabrón, no me apetece disculparle o ser comprensivo pensando que tiene algún trastorno y le llamo loco, a secas. Puede ser fascinante (turbador, acaso) tener la capacidad de "ver" el mundo de otra manera, pero cuando el mundo es sólo una excusa para volcar la propia mierda sobre tus congéneres... pues ya no resulta tan fascinante.
El tipo en cuestión es un tipo joven, entre 30 y 35, vestido con camisa, pantalón de pinzas, gafas, aseado y con cara de no haber roto un plato en su vida. En la mano lleva un maletín (ahora me pregunto que tipo de cosas debe llevar ese tipo ahí...). Escoge su víctima. Lo mismo le da chica que chico, por ahora no he podido establecer un patrón. Total, que el tipo se acerca rompiendo cualquier tipo de espacio vital (o sea, se acerca mucho) y empieza a farfullar y a cabrearse de manera exponencial. Eleva el tono. La víctima responde educadamente (al principio) y cuando comprende que así no va a ningún sitio, se muestra cada vez más sorprendida, incomprendida y abochornada por momentos. El nivel de violencia y de tensión crece. El tipo empieza a golpear las barras y agarraderas cuando se siente ignorado por su víctima. Busca la confrontación. Creo que se alimenta de esa violencia. Cuando la víctima, cansada y tensa, intenta deshacerse de él, éste responde intimidando con la cara desencajada. No sé cuantas veces le habrán roto la cara en su vida, pero sospecho que muchas. Esta mañana le ha tocado a una pareja de veinteañeros. El chaval quería comérselo y la chica, intentado mediar, ha hecho un esfuerzo titánico para parar a su novio y al tarado. Yo iba enfrente, con mis auriculares escuchando al bueno de Iker y sus ovnis y cuando he comprendido que el "lococabrón" atacaba de nuevo (experiencia nº2, el otro día le tocó a un chico argentino) me he sentido obligado a volver a la tierra y silenciar a los extraterrestres. Más que nada por si había que separar a alguien o empujar al lococabrón en la siguiente parada (con algún golpe o patada discreta de propina). Cuando el lococabrón ha decidido que era suficiente se ha ido satisfecho, dejando a todo el vagón en una tensión y rabia que nada ayuda un lunes a primera hora de la mañana. La chica a acabado llorando, su novio abrazándola lleno de rabia contenida (con un inicio de úlcera) y yo con la mirada vacía.
No me gusta la violencia... no es jamás mi primera respuesta, ni la segunda y creo que ni siquiera la tercera... pero si alguna vez me toca y he de elegir entre tener una úlcera o tener media úlcera y tres kilos de rabia menos... me quedaré con lo segundo. A uno ya le joden lo suficiente (sueldo mediante) como para dejarse joder de manera gratuita.

Chuck Norris que estás en los cielos...

jueves, 24 de septiembre de 2009

Lo-que-puede-llegar-a-ser

Tenía un profe que decía que los proyectos, después de mucho trabajar, sufrir y sacrificarse, a veces llegaban al potencial cero. Eso es, que ya son, que ya están y que cualquier cosa que se les añade o se les quita es para peor. Pinki, también decía que lo mejor es enemigo de lo bueno (tan refranero y tan colombiano él) y ante eso, poco o nada se puede decir. A mi lo que me atrae es el proceso hasta el potencial cero, lo que alguien me dijo que es "loquepuedellegaraser". Uno puede ir haciendo rayitas, garabatos estupendísimos que uno sabe ver con amor (sí, sí con amor, que uno le echa sentimiento) y saber o intuir lo que puede venir tras eso. No lo sabe con certeza (maldita la gracia si no) pero de la misma manera que uno ve como se acerca un autobús desde lejos, primero mancha roja, luego bulto rojo, más tarde la lucecita con el número y casi cuando está encima, el número y la linea (cada día estoy más cegato y por eso levanto el brazo a todas las manchas rojas que veo), así uno va sabiendo o intuyendo cual es o será el siguiente paso. El fin es llegar a algún sitio (por eso se coge el autobús), incluso quizá a un sitio conocido (eso lo decide uno), pero como todo, lo interesante, es el viaje, el trayecto.
"Loquepuedellegaraser". Kahn (Louis, no Immanuel) tenía una teoría y casi una religión para eso. El camino quiere ser calle, carretera, vía de tren... las cosas querían ser otras cosas, querían "progresar" casi en un sentido darwiniano, evolucionar. La tierra, barro cocido y ladrillo y luego muro y luego casa o ciudad. Me identifiqué mucho con ese pensamiento, seguramente todavía lo hago, quizá porque prefería pensarme como medium, más que como demiurgo. También, obviamente, porque uno se libera de responsabilidad y las cosas son por sí solas y no por que uno las haga. Lo malo, es que eso no es verdad, uno las hace y por tanto es y claro, eso se da de bofetadas con Kahn. Uno hace y uno se hace. Loquepuedellegaraser cualquier cosa, es algo que depende únicamente de loquequierallegaraser. Poder, no es que se pueda todo, pero si se quiere, por lo menos, el trayecto, el viaje, se hace y que se llegue o no es una cuestión que al final, importa bastante menos.
Hace un par días alquien me dijo que si haría algo sin la seguridad de saber el resultado (al menos así lo entendí yo) y la respuesta fue que sí, que por supuesto. ¿Apostar? todo el tiempo. Cada línea, cada rayita, cada mirada, cada sonrisa, cada segundo es una apuesta y la apuesta va encaminada, tiene una dirección, un sentido, eso es lo que cuenta. Hace bastante tiempo, otro alguien me dijo "te quiero, hoy, ahora, mañana no sé si te querré" y me pareció de lo más honesto y de lo más descorazonador. Ahora sé que quizá es mejor decir "te quiero, hoy, ahora y mañana me gustaría poder decírtelo otra vez". Así no sólo se constata el hecho, también hay intención, voluntad, también se apuesta.

martes, 22 de septiembre de 2009

Per aspera ad astra


Resulta que para el 2020 o el 2030 (tampoco he prestado mucha atención) un asteroide se acercará "peligrosamente" a la Tierra. O sea, que hay un 99,98% de posibilidades de que ni siquiera se acerque, pero como la sociedad-moderna es tan hipocondriaca y propensa a las catástrofes y además, nos encanta el fin del mundo, pues eso, que se acerca peligrosamente. Nada nuevo en los cielos que Paco Rabanne no hubiera temido hace unos añitos. Lo curioso, por lo menos, lo que a mi me parece curioso (y como este es mi blog, pues lo digo) es que desde nuestra querida Españiiiia se ha empezado a desarrollar un proyecto, de nombre clave "Quijote" (podía haber sido peor y haberse llamado "Torero") que está destinado a estudiar y analizar estos asteroides por si acaban convirtiéndose en meteoritos. (Quisiera hacer notar que la RAE no saca de dudas sobre este punto (se lo podrían currar un poquito), pero después de investigar un poquito parece que la diferencia entre asteroide y meteorito es la misma que hay entre pez y pescado).
Total, que el proyecto Quijote consta de dos sondas. Una, que supongo larga y flacucha se llamará Hidalgo y la otra, que imagino pequeña y rechoncha, Sancho. Lógicamente y como no puede ser de otra manera, Hidalgo se estrellará en el asteroide y Sancho analizará los resultados que se producen, para saber si hace falta que Bruce Willis suba con sus superblack&decker a hacer añicos la piedra malvada. No quisiera decir yo que los ingenieros aeroespaciales españoles tengan poco ingenio, pero resulta tan obvio todo que no sé si hace mucha falta que desarrollen ese proyecto. Sí, sí, ya sé que la sondas podrían haberse llamado Torero y capote, Julián Muñoz y Pantoja, Mortadelo y Filemón o Peineta y Castañuela (personalmente me gustan más estos últimos por el final abierto que prometen) pero al final parece que se han decantado por lo previsible de la historia y el fatal desenlace. En resumen, que el nombre de los proyectos dicen mucho de ellos y de su final y que... bueno, al fin y al cabo que usen un nombre como Hidalgo, pues mira, tampoco está tan mal. Al final en el escudo nobiliario podríamos hacer un huequecito e incluir un cohete, que glamour tiene un rato.

viernes, 18 de septiembre de 2009

El hijo de la viuda y Abel


Crear y Creer. Sólo hay una vocal y la vocal resulta ser una especie de abismo entre los significados. Creer que esto va a pasar o que esto puede ser aquello. Creer se convierte en la convicción del pie que se adelanta, de la mano dirigida, del gesto iniciado. Más mental o metafísico, más como idea y anticipo de la realidad. Entendiendo realidad como hecho que solidifica, que nos sitúa, que da vida.. La idea como sueño, liviano, libre, sin límite y sin vida, al fin y al cabo. El hecho como elección, como apuesta, pesado, preciso, limitado y lleno de vida.
El vértigo, la naúsea de idea que deja de serlo y se hace y se crea y existe y cobra sentido.
Sabes de qué hablo. Sabes que donde todo es posible, nada es y por lo tanto no hay decepciones. Sabes que donde uno fue, uno puede quedarse (para siempre incluso) y difuminarse y no ser jamás, porque se produce el vértigo, porque el tiempo que se tiene es tan poco, que da miedo usarlo... como si se tuviera otra opción, como si realmente creyeras que tienes otra opción...

sábado, 12 de septiembre de 2009

Mutaciones

Al principio fue un escarabajo. El escarabajo, porque es feliz o porque no tiene enemigo depredador, resulta que se multiplica y lo hace tan bien que se hace plaga. Entonces los australianos, porque esto ocurre en Australia, empiezan a pensar en pesticidas y venenos, pero como la industria venenil no está muy evolucionada, a alguien se le ocurre que quizá se podían traer unos sapos "de-vaya-usted-a-saber-donde" a los que les fascina comer escarabajos. Traen los sapos. Al principio un comando. Los sapos hacen su función y todos se quedan encantados con la sabiduría de la Madre Naturaleza y lo inteligente de la decisión ecológica. Los sapos, comen tanto y tan bien, que empiezan a multiplicarse y claro, esto de multiplicarse tan bien lo hacen muy bien y ahí tenemos otra plaga. Como Australia es tan grande y da para mucho, estos batracios verrugosos, en unos 70 años empiezan a cambiar. Las mutaciones que hubieran tardado generaciones y generaciones se producen a una velocidad espantosa y ahí tenemos a los sapitos con unas patas traseras tres veces más grandes que los de la primera generación y avanzando la friolera de siete kilómetros días. Bien.
Ahora, las serpientes. Hay unas serpientes a las que les encanta comer sapos. Son autóctonas y australianas de pleno derecho. El hecho es que cuando comen sapos se mueren, porque los sapitos han desarrollado en su piel un veneno que da buena cuenta de los pobres y benéficos ofidios. Como esto no puede ser y la Madre Naturaleza es sabia y se estresa, las perjudicadas serpientes empiezan a hacerse inmunes al veneno sapil en otra mutación tan rápida que nadie sabe cómo explicárselo. En Australia pasan esas cosas, todo va a un ritmo vertiginoso y como el hombre es tan listo y tan ecológico y tan bienintencionado, va y destruye ecosistemas que ni siquiera es capaz de comprender. Se limita a soltar al bicho y mirar ojiplático como nada resulta como pensaba.
Mutaciones. Adaptación al entorno para la supervivencia. El que mejor se adapta sobrevive y no se sabe muy bien mediante que clase de mecanismos esas mutaciones se transmiten a la siguiente generación. Mejoras en la especie... Voluntad... Diseño inteligente... Magia... vaya usted a saber. En mi próxima reencarnación me pido ser bicho y vivir en Australia, por supuesto.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Un café y un vórtice, por favor.

Ir de safari por Marte no es cosa baladí. No sé por qué, pero en Marte siempre apetecen cafés y vórtices. Activar el sentido arácnido y fijar detalles. Si uno está atento siempre puede leer mensajes indicadores, como marcas (blancas y rojas) en un camino de trekking. No sabe dónde aparecerá la siguiente, en una roca, en la corteza de un pino, en un papel arrugado en el suelo o en un escaparate de un bar de la posguerra (la civil, nosotros a lo nuestro). Uno va con su traje de camuflaje y maneras conciliadoras y acaba descubriendo tierras lejanas y leyendas fabulosas. A lo Pizarro, pero sin barba ni coraza, que aquí no hacen falta y pesan demasiado. Por eso, cuando he visto el cartel en esa cafetería "para usar el W.C. pedir la llave" no he podido resistirme. Me llena de curiosidad el afán por proteger el W.C. Y claro, cuando uno abre la compuerta y entra (con saludo intergaláctico incluído) en ese mundo, inmediatamente se da cuenta de que acaba de cruzar una puerta espacio-temporal y que el presente es de -60 años. Aquí, (me juego el cuello) el café tiene que ser espectacular. Y sí, siempre lo es. La señora que atiende (Carmen), ordena una y otra vez las bandejitas de boquerones en vinagre y pelotas de carne (de algún animal fabuloso, sin duda) con tomate. Pido, con mi mejor sonrisa, un café y el ambiente se relaja y un loro hace un ruído al fondo y paso a ser parte del mobiliario. Hay un transistor (no me atrevo a llamarlo radio), de esos de válvulas, bombillas y botones enormes, que emite música y la canción que suena es "ye sui enamorado de tuá" y me quedo fascinado. No me sorprendería que en cualquier momento apareciera mi abuelo o mi bisabuelo a pedir un quinto, o un sol y sombra, con los pantalones por los sobacos y el palillo en la boca. Pudiera ser, en Marte puede pasar de todo. Discretamente fijo las coordenadas del lugar, aunque soy consciente de que es poco probable que lo pueda volver a encontrar.
Me gusta.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Memoria y distancia

El día en que uno sintió la angustia de no ser, a través de la mirada de los replicantes de Blade Runner, uno empezó a comprender la importancia de la memoria. Los recuerdos, como lazos en un dedo, como marca de pólvora quemada, como cicatriz en la rodilla, como depósito que contiene y evita la dispersión, la indefinición. Aquellos ojos que decían "mira, mira, ¿ves?, aquí estoy yo, yo de pequeño y esta es mi familia y este mi perro y este el porche de mi casa" y la cara de miedo del robot ante la posibilidad de que nada de eso hubiera sido vivido, tan sólo implantado, que no hubiera habido tiempo gastado, vida consumida.
La memoria como las manos del escalador, los dedos tensos, frágiles y aferrados (como recuerdos), embadurnados en magnesio (como la Fe (confianza que lo mismo es) en que pasó lo que pasó) y la roca dura o la montaña (la existencia, el tramo recorrido y el que queda por recorrer) y el escalador que no eligió serlo y aún así sabe que no escalar no es una opción.
Después vino Memento y la posibilidad de borrar y hacer cuenta nueva y una angustia distinta: la de la maleta pequeña donde apenas caben unos tatuajes como manual de instrucciones para los siguientes diez o quince minutos.
Uno vivió en las fotografías y se quedó allí sin querer saber que podía salir. Luego cumplió años (sin llegar a crecer) y se llenó el cuerpo de tatuajes con cada gesto aprendido y con todas las promesas lejanas e imposibles que pudieran ocurrírsele.
A veces uno se olvida, a veces la distancia es enorme entre lo que uno es y lo que quiere ver en la foto. A veces las fotos a uno le pesan tanto que le faltan manos para tomar nada más. A veces uno mira tan lejos, la distancia tan grande, que sólo mira y deja de caminar. A veces uno sólo ve lo que necesita y se esfuerza tanto por tenerlo que deja de ser uno. A veces quiere compartir tanto que se olvida de que para compartir uno debe tener y sobre todo, ser.
A veces uno se olvida de que el camino de uno es sólo de uno y que compartir camino no es ir delante señalando, ni detrás siguiendo, es caminar en paralelo para, tal vez ser hombro o encontrar un hombro donde apoyarse.
A veces, casi siempre cuando no hay luz y sólo piel, uno escucha que le echan de menos y uno (por que quiso dejar las fotografias y las dramaturgias) es capaz de entender por qué.

lunes, 31 de agosto de 2009

Rentrée escolaire


Parece ser que los lunes son un buen día para follar. Personalmente pienso que cualquier día es bueno, pero mis vecinos del tercero no están de acuerdo. Sus días, son los lunes. Él es silencioso, cual ninja en una noche sin luna. Ella es una soprano emitiendo el canto del cisne. Algunos lunes (últimamente casi todos) me pierdo el espectáculo, pero hoy no. Así da gusto, que bien se lo pasan -pienso, alargando mis dientes hasta el suelo- y me quedo quietecito alternando a mis vecinos, con los ciclistas tardíos del bicing de abajo, o al tráfico de la calle que no veo, pero oigo. Me gusta, no tanto como para que se me ericen los pelos, pero sí como para sonreir y contener un aplauso cuando llega el punto culminante. Hay pausas traicioneras que uno no sabe a qué atribuir y luego otro arranque vigoroso y furibundo. Digo que no sabe a qué atribuir porque o la cosa es rapidita e intensa y múltiple o la cosa va lenta y ella lo hace múltiple. Yo me inclino por pensar que el vecino es un tigre de bengala, un Sandokán irredento facedor de maravillas inefables. Y sonrío. Algunas veces me los he cruzado en la escalera y lo de cruzarse es un eufemismo, porque en mi escalera no te cruzas, te salvas o saltas por encima porque mucho espacio material no hay. Él es un poco hombre-paloma, de ojos laterales casi en las sienes y ella es un poco mantecosa pero muy simpática (y con unos agudos de romper vasos, incluso los gordos de Ikea). Me caen bien. Al contrario que mi vecino de abajo, sordo y compartidor de ruidos graves (los más optimistas lo llaman música) que nunca folla o sólo lo sabe hacer al ritmo (hay que tener mucha fe para llamar a eso ritmo) de baterías psicodélicas y rayos láser. Tampoco me cae bien mi vecino de más abajo. También por su afán compartidor de música, aunque esta sea jazz y ritmos africanos (superultramegaalamoda) y por sus ansias de ser superultramegaguay. Un día me invitaron sutilmente a una fiesta (tan pobre y mísero estaba...) pero no lo debí entender bien porque les contesté "Ah, o sea que hoy mejor me pongo los tapones". Por la cara que pusieron no creo que me inviten más. Abajo del todo vive el hombre-vela, que no sé cómo se las apaña con las músicas y los ruidos, pero ahí sigue él, irreductible cual Astérix.
En mi escalera hay amor, ruídos, Africaguaymoladora y un hombre-vela. También estoy yo y algo raro también debo tener porque me dedico a escribir sobre ellos.
En fin, que se acabaron las vacaciones y que aquí está uno de vuelta y que hoy es lunes y en el tercero se folla. Enhorabuena.

domingo, 23 de agosto de 2009

martes, 18 de agosto de 2009

El-callejón-de-la-puerta-roja


Uno pasea. Pasea por que le gusta pasear, le gusta su ciudad, descubre cosas nuevas cada vez que pasea (acaso es siempre uno el "nuevo"...) y porque no le queda otra que pasear o ir en bici porque motorizado aún no está. In progress, eso sí, que ya estoy matriculado (suena a promesa de matrícula de coche) de una reputada y real autoescuela. En fin, que uno pasea y en esos paseos, cuando uno se deja sorprender, se puede encontrar de todo. A veces, hasta cosas interesantes. Un ejemplo puede ser el-callejón-de-la-puerta-roja. Misteriosa a más no poder, por lo menos a mí me lo parece. Queda cerca del bar "el tropezón" para los curiosos y fetichistas, que no sé si los habrá pero es bonito pensar que sí y que alguno me lee. El-callejón-de-la-puerta-roja ya suena de por sí a título de novela mediocre de los 50 o a farragoso y engolado cuento gótico (máscara por callejón y muerte por puerta y ya tienes a Poe).
¿Qué debe ocurrir detrás de esa puerta?¿A dónde conduce esa puerta?¿Por qué está justo al final del callejón, acaso no es una invitación a que la calle continúe? En cuanto a las dos primeras preguntas no sé responder, especular sí, pero no afirmar nada. En cuanto a la tercera, la respuesta es SÍ. Sí, la calle deja de ser callejón y se convierte en calle. Igual que las baldosas amarillas (que tan obsesionado me tienen), las puertas son rojas y se abren paso a través de lo común para llevarte... a otro lugar. Son signos para quien los quiera ver, por supuesto, pero me extrañaría que quien se ha esforzado tanto en darle continuación al callejón, fuera alguien o... "algo normal"... Quizá (ahora vienen las especulaciones) se trate de otro mundo simétrico (también estoy obsesionado por eso) o un tugurio "semisecreto" y clandestino, como el Sr. Popoff (Animalito me contó esa historia), o quizá se oculte un lugar donde se celebren ritos y ceremoniales arcanos (eso no me tiene obsesionado). Sea lo que sea, condensa toda la atención, y por lo tanto, la energía de esa calle que quiere ser y no es (L.Khant). Al mismo tiempo que parece llamarte, a uno no se le ocurre acercarse mucho... eso también es curioso.
No sé... esto de que sea puerta y roja (más allá de que sea la continuación virtual del callejón) a uno le inquieta. Estoy pensando en cuando yo quise hacer mi recibidor (descansillo de microescalera) rojo, pintando con un permanente rojo la bombilla de al lado de la puerta... y el resultado no fue del todo... satisfactorio. -¿En qué piso vives?- me preguntarían.- En la planta roja- diría yo, con voz hueca y seria. En la cabeza de uno eso sonaba bien, pero el resultado era más cercano a un puticlub que al ambiente serio y espartano que tenían los sollaos del barco de la mili. Desistí. No quería pintar y la puerta se quedó con ese marrón espantoso que sigue teniendo.
Si alguna vez, en el ejercicio de la profesión o por casualidades de la vida, me toca cerrar algo "mágico", le pondré una puerta roja. Prometido.

sábado, 15 de agosto de 2009

Etoile Michelin


Hora : 16:30 (+1) P.M.
Lugar: Barcelona, barrio Gótico (a las afueras de Marte).

Personajes:
-Dos indignadas señoritas francesas (Camille y Bernadette)
-Un avergonzado señorito francés (August)
-Un atónito camarero con más guerras encima que Chuck Norris (Jose Luís)
-Dos menos atónitos camareros apostados tras la barra (Sebas y Tato)
-El dueño del bar (dueño del bar)
-Un marciano comiéndose una bomba picante (Yo)

Bar "El tropezón", media tarde. Hay una tv con el volumen a tope. Atienden el bar tres camareros y el dueño. Hay dos mesas ocupadas. Mesa 1 con un marciano. Mesa 2 con dos señoritas y un señorito. Se levanta una señorita.

Bernadette (mirando a Tato): Pog favog nos hase la cuenta?

Tato (mirando a Sebas): Tu, hazle la cuenta.

Sebas: Sí, que teníais.

Bernadette (a la que se le unen la frágil Camille y el estirado August): Puess teníamos, tges segvesas, dos tapas de cgocgetas y tges pinchós de togtilla.

Sebas: vaaaaaleeee.

Tato (con cara de simpático acercándose a Camille): Todo bien? todo rico?

Camille abre la boca, pero Bernadette la fulmina con la mirada y replica con vehemencia.

Bernadette: Puesss NON.

El marciano que se estaba comiendo su bomba picante se queda con el tenedor a medio camino entre el plato y su boca. Sebas pierde el hilo contando y a Tato se le escapa una gotita de sudor por la patilla.

Bernadette: La vegdad es que nos han atendidó muyyyyy mal.

Tato: Ah... vaya...

Sebas (más atrevido): y... eso... por qué?

Bernadette (enseñando los colmillos): Pues pogque han tagdado en segvignos y cuando nos han segvido no nos han dicho ni buen pgovecho, ni nada.

El marciano sigue con el tenedor en el aire. Tato pone ojos como platos y a Sebas le entra un calambre que le recorre la espina dorsal.

August (con cara de autoridad): Sí, tiene toda la gasón y además los vasos están susios...

Camille: sí, así es.

El marciano como si le despertaran de un sueño, mira el tenedor enano, la mesa rallada y garabateada por siglos de vándalos parroquianos, las paredes donde han pegado con celo la carta de postres y por último, comprueba que parte de su cuerpo ha quedado adherido a la mesa y al banco por una dura pátina de grasa más antigüa que él mismo.

Silencio.

Bernadette: Ademássss yo he venido mushas veses y he tgaido a musha hente y ahoga no voy a venig más.

Silencio.

Dueño del Bar (a Tato): ¿Qué dice?

Tato: que... le han ... atendido mal...

Dueño del Bar: ¿Quién la ha atendido?

Bernadette (señalando con dedo acusador a Jose Luis): Ése ha sido.

Dueño del Bar: Joseeeee

Jose Luis sale de la catatonia inducida por la tv y recupera de un hábil movimiento de lengua, el palillo de dientes que estaba a punto de caérsele.

Jose Luis: Eeee.

Dueño del Bar: Mira a ver que dice esa chica que le has atendido mal.

Jose Luis: Eeeee? quién?

Se levanta del taburete y se va directo hacia Bernadette que le mira con ojos desafiantes. August se esconde disimuladamente tras Bernadette y Camille mira al suelo.

Jose Luis: Oye, que dices que te he atendido mal?

Bernadette: Sí. Has tagdado en segvignos, no has dicho ni buen pgovesho ni nada y los vasos estaban susios.

Jose Luis mira a Bernadette y luego a su alrededor, buscando los ojos de Tato, Sebas y del dueño del bar, como si le estuvieran gastando una broma. Sebas empieza a sonreir y el dueño del bar gira la cabeza y sigue mirando la tv.

Tato (para sí mismo): vaya tela pavo...

Jose Luis, en un arranque de pundonor, agarra un vaso y lo pone al trasluz para comprobar que la luz aún puede atravesar el cristal.

Jose Luis: Pues yo lo veo limpio.

Sebas les canta el importe de la cuenta. August entrega un billete de cincuenta euros.

Silencio.

Por la mirada de Jose Luis, no se podría decir que es lo que va a pasar. El marciano se acurruca en el banco para esquivar la posible metralla (dientes, pendientes de aro, etc.)

Jose Luis (perdonándole la vida a Bernadette): Pfff!

Bernadette colorada de rabia sale a la calle directamente, August recibe el cambio y sigue a Camille que ya enfila la puerta también.

Jose Luis se gira y sigue mirando la tv. El dueño del bar comprueba algo en la nevera. Tato y Sebas se miran y tocan un ritmo con las palmas. El marciano por fin se lleva el tenedor a la boca. No ha sido más que una pesadilla, piensa y vuelve a pinchar un trozo de carne picada con algo multicolor.

Jose Luis (para sí y en voz baja): puta vida...

Fin

jueves, 13 de agosto de 2009

La sirena de Kiryat Yam


Sirena. Hay que ver las cosas que tiene el lenguaje. Claro que esto ocurre en español, por que sirena es tanto el sonido quejumbroso de los barcos, el estridente de las ambulancias, el liberador de las fábricas, como el nombre que se les da a las hijas del mar medievales, las mujeres con cola de pez. Digo medievales por que Ulises lo que se encontró fueron mujeres-pájaro y fue más tarde, en las leyendas y cuentos medievales cuando las sirenas fueron "mermaids" o mujeres-pez. Sea como fuere, el sonido, el canto es el que cose los mitos.

Hace años, una sirena (sin cola de pez, ni de pájaro) me habló sobre un cuento de Lampedusa que se llamaba Lighea. Desde entonces ese mito me persigue o yo a él, que no lo tengo muy claro. Quizá por eso (y más allá del mito y el icono en sí) me he dejado llevar por la voz de "ellas", no por su canto, si no por el sonido de su voz (en barquito directo a las rocas). Aunque tampoco casi nunca me he resistido a preguntar (sin ton ni son) : ¿sabes cantar? y entonces normalmente me miran raro y me dicen que no (y tengo paciencia y un día las sorprendo cantando a solas), o peor y me dicen que sí y descubro que no tienen cola de pez. Tampoco es que sea muy rígido con esto, pero o te toca por dentro o no te toca, por eso cuando uno oye a escondidas cómo es su voz y es capaz de sentir lo que hay dentro de la persona (o persona-pez) a uno se le pone la piel de pollo y sonríe y sabe que dentro hay tanto mar como persona.

Hablaba de las sirenas y de la noticia que saltó ayer sobre las sirenas de Haifa, donde últimamente parece que se ha visto a una de ellas saltar sobre las olas de una playa israelí. Es curioso que sea cerca de Haifa, es curioso que el sonido de las sirenas avisando de un bombardeo se haya transformado en mito (y mujer y pez) y ahora nade en el Mediterráneo, como el mejor de los cuentos de marineros.

Sirenos o tritones u hombres-pez los han habido también, como el de Liérganes (donde fui sólo para ver como se las apañó aquel hombre-pez en aquel rio tan pequeño). Pero me temo que los hombres-pez son mucho más tristes y no tienen tanto poder de seducción como las sirenas (aunque le pusieran agallas y le pegaran los dedos de los pies a un Kevin Costner madurito. No Animalito, no me convences, se debió quedar bailando con los lobos).

Me gustan las sirenas, me gusta la idea de la lucha interior entre el abandono y el control, me gusta la idea de la voz que tuerce y dobla voluntades sólo por su belleza, me gusta la idea de vivir bajo el agua, donde el silencio es absoluto y uno flota o vuela y la luz es escasa y nada pesa.

martes, 11 de agosto de 2009

Encuentros y marabuntas


Resulta que uno decide ser nómada y pasar sus recién estrenadas vacaciones, entre Pinto y Val y Demoro (piso, casa-que-ahora-no y casa-conocida). Más que nada para hacer algo con su tiempo y sentir que hace cosas (luego llamo a lo de la autoescuela, palabrita). Así que en su piso uno pretende organizar y redibujar y afilar alguna cosilla, en la-casa-que-no uno le echa un ojo a las bestias (además de queso, salmón y pienso) y en la casa-conocida uno se derrite y se deja ir (léase playa).
Así uno se divide y trata de atacar las cosas que tenía previstas (esas millones de cosas que uno deja "para vacaciones" por que durante el resto del año piensa que no tiene tiempo). Total, que empieza a aterrizar en su redescubierta ciudad, que es la misma que hace unos días, pero los aborígenes están todos en la costa brava, en la costa dorada o... en costa rica... ... (pausa), bueno, los aborígenes se fueron y ahora invaden la ciudad hordas inmensas de bárbaros, armados hasta los dientes, con aparatos digitales que disparan con tanta furia y rabia que hasta Charles Bronson se echaría a llorar como una niña.
En esas, que uno (de espíritu indomable y arriesgado) sale a dar un paseito, tratando de disimular, parándose en los escaparates de tiendas, mirando distraidamente postales, para que los invasores lo confundan, no vaya a ser que descubran que uno es autóctono y les de por inmortalizarle como "homo barcelonensis" y le obliguen a corear el himno del Barça y explicar por qué Gaudí hacía lo que hacía. Así que para su sorpresa y mientras atraviesa una calle cualquiera del gótico, se encuentra con otro especimen que camina disimulando detrás de un guía con paraguas y además para colmo de casualidades e improbabilidades resulta que no sólamente se conocen, si no que además son amigos*. Qué cosas. Quién lo iba a decir. Entonces y ante el temor de ser descubiertos por la marabunta babelítica, se miran, se calculan, levantan una ceja (saludo secreto) y siguen por su camino, conscientes ambos de que la prudencia les acaba de salvar la vida (y probablemente la dignidad, pero de eso no estoy tan seguro como de lo primero).

* Jaume, me alegro de verte, bien los niños? te jubilan? sigues de profe? cuídate Jaume, hablamos otro día... en invierno quizá).

Las casas que son casas pero no


Las casas que son casas pero no. Es decir, imaginemos una casa, bueno, un piso. Bonito y ajeno. Y va uno y como virus, como humo, como plaga (no se me ocurren metáforas para invasiones amistosas), un día llega y dice -Pues mira que bien y que bonito debe ser vivir aquí- y va y se queda. Y se va quedando. Y aquella casa (que es piso ajeno, pero también es vivir con quien quiere vivir) se va convirtiendo un poco en su casa. Poquito a poco, como se hacen las cosas importantes. Entonces uno (que vive en otro piso pero ya no es su casa por que falta la otra persona) un día se lleva algo de ropa (mudas y eso) y se amolda a nuevas costumbres, nuevos ritos, no por que ya estuvieran (que algunos sí) si no por que son nuevos para uno y para una. Y en todo este quehacer, resulta que surge la pregunta de la duplicidad de alquileres o hipotecas, que de todo hay. Y a uno se le cruzan muchas cosas por la cabeza. Y uno piensa y siente que esa casa es en la que quiere vivir y digo (y repito) casa por que es piso y persona. En fin, que uno piensa (con la mente antártica) y se dice que poquito a poco y que si se duplican gastos no se duplican vidas, pero que ya se irá viendo hacia dónde va todo. Y como uno es un creyente lo que piensa se lo pasa por el forro. Y como uno es el bastión de la Fe se calla y sigue apostando. Y quizá un día apueste y pida al otro que apueste y ya se verá por donde sale el sol (por Antequera, seguro).

En fin, que el piso está ahí, la casa está ahí, pero a medias, por que resulta que ella no está y sin ella no hay casa. Hay piso, bonito, pero piso y también media vida, media cama, media terraza, un rincón del armario, dos pares de sandalias, un champú, un cepillo de dientes, un perfume, cuchilla de afeitar, espuma de afeitar, desodorante, un soldador y estaño. Así que la casa es una casa pero no. No está uno y no está una y a uno le parece que todo está lleno de recuerdos y de semillas de recuerdos que vendrán.

sábado, 8 de agosto de 2009

Somewhere over the rainbow


Hace unos días, no sé cuantos por que los días se me pierden, Animalito me sorprendió con una canción y una historia.
La canción nos suena a todos y suena a baldosas amarillas, a hombres de hojalata, espantapájaros, leones cobardes, niñas de trenzas y chuchos blancos y pequeños. Somewhere over the rainbow. Ésta es la canción y la verdad es que es bonita, ñoña dependiendo quién la cante y la ventaja es que no creo que haga falta entender muy bien la letra para imaginar lo que cuenta. La voz es la de Israel Kamakawiwo, un hombre montaña con una voz que hace crecer todo lo verde que se pueda imaginar. En Marte ocurren estas cosas, nunca, nunca las cosas son lo que parecen. Siempre hay algo lateral, algo que te golpea, te sacude y te dice "eh! mira, que no estás mirando!". La voz de Iz, es una voz que a uno le gustaría (debería) escuchar cuando las cosas sí son lo que parecen, o cuando parece que las cosas sólo pueden ser de una manera (matándolas de ese modo y haciéndolas pequeñas). Me cae bien, no creo que pueda caer mal a nadie un tipo así. "Mostro!" -le digo cuando le veo en uno de los videos del youtube. No queda más remedio que sonreir. Se fue, nos dejó, por que seguramente necesitaba más aire que ninguno de nosotros, por que quizá fue tan feliz que no le cupo el mundo. Sea como fuere, me alegro de haberme cruzado con él.
Parece que va a llover y quizá, con un poco de suerte, esta canción (doble por que hay dos, pero las cose de perlas) pueda verse, además de escucharse.


EN ALGÚN LUGAR SOBRE EL ARCOÍRIS
MUY ALTO
Y LOS SUEÑOS QUE HAS SOÑADO
ALGUNA VEZ EN UNA CANCIÓN DE CUNA
EN ALGÚN LUGAR SOBRE EL ARCOÍRIS
PÁJAROS AZULES VUELAN
Y LOS SUEÑOS QUE HAS SOÑADO
LOS SUEÑOS DE VERDAD SE VUELVEN REALIDAD
ALGÚN DÍA DESEARÉ EN UNA ESTRELLA
DESPERTAR DONDE LAS NUBES ESTÁN LEJOS DEBAJO DE MÍ
DONDE LOS PROBLEMAS SE DERRITEN COMO GOTAS DE LIMÓN
MUY ARRIBA DE LAS CHIMENEAS ES AHÍ DONDE ME ENCONTRARÁS

EN ALGÚN LUGAR SOBRE EL ARCOÍRIS PÁJAROS AZULES VUELAN
Y LOS SUEÑOS A LOS QUE TE ATREVES, ¿OH POR QUÉ, OH POR QUÉ NO PUEDO?
BUENO, VEO ÁRBOLES DE VERDE Y
ROSAS ROJAS TAMBIÉN
LAS VERÉ FLORECER PARA TI Y PARA MÍ
Y PIENSO PARA MÍ MISMO
QUÉ MUNDO TAN MARAVILLOSO

BUENO, VEO CIELOS DE AZUL Y VEO NUBES DE BLANCO
Y LA BRILLANTEZ DEL DÍA
ME GUSTA LO OSCURO Y PIENSO PARA MÍ MISMO
QUÉ MUNDO TAN MARAVILLOSO
LOS COLORES DEL ARCOÍRIS TAN BONITOS EN EL CIELO
ESTÁN TAMBIÉN EN LAS CARAS DE LA GENTE QUE VA PASANDO
VEO AMIGOS DÁNDOSE LA MANO
DICIENDO: “¿CÓMO ESTÁS?”
ESTÁN EN VERDAD DICIENDO: “YO… YO TE AMO”
ESCUCHO BEBÉS LLORAR Y LOS VEO CRECER
APRENDERÁN MUCHO MÁS DE LO QUE
NOSOTROS SABEMOS
Y PIENSO PARA MÍ MISMO
QUÉ MUNDO TAN MARAVILLOSO

ALGÚN DÍA DESEARÉ SOBRE UNA ESTRELLA
DESPERTAR DONDE LAS NUBES ESTÁN LEJOS DEBAJO DE MÍ
DONDE LOS PROBLEMAS SE DERRITEN COMO GOTAS DE LIMÓN
MUY ARRIBA DE LAS CHIMENEAS ES AHÍ DONDE ME ENCONTRARÁS
EN ALGÚN LUGAR SOBRE EL ARCOÍRIS RUMBO ARRIBA
Y LOS SUEÑOS A LO QUE TE ATREVES, ¿OH POR QUÉ, OH POR QUÉ NO PUEDO?

Guerras (simas III, o "així, no es pot")


Simas II (prólogo)

Simas II todavía no está escrito. Vivido sí, pero no escrito. En Simas II, lo fundamental que pude aprender es que las cortinas impermeables no hacen falta. Es decir, que todas esas cositas que uno no dice y se esconde poniendo cara de culpabilidad son como un mosquito en la sopa, sobre todo cuando se descubren (por que uno no es tan listo como piensa) y por que lo que a uno le parece una nimiedad que es capaz de perdonarse (pero sabiéndose ocultador) no tiene por que ser baladí para el otro. Acaso llega a ser fundamental, por que se coje, se mide y se pesa con balanza diferente y acaba siendo un palo en la rueda que nos hace saltar, perder tierra firme y no saber donde caer. No hablo de mentir, hablo de todo aquello que "noesnecesarioquesepas", pero que al fin y al cabo se da de tortas con la sinceridad. Sinceridad brutal y absoluta. Devastadora si hace falta. Sabemos que la verdad es algo subjetivo, la balanza cambia de color, tamaño y peso dependiendo quien la tiene, por eso hasta que no se negocia un sistema de medidas y pesos común (kilopondios, julios y demás) uno se va dando de tortas. Dándolas y recibiéndolas, que de todo hay. De eso trataba Simas II y algo (poco o mucho) tiene que ver con Simas III.

Simas III.
Por alguna razón que no entiendo (sospecho, pero no entiendo) esto de las guerras civiles se me da muy bien. Excepcionalmente bien. Sin embargo, las batallas en tierra vecina, extrangera, se me dan peor. Me dejo arrasar o firmo un armisticio, pero soy reticente a la lucha, a la sangre y al olvido. Por alguna razón no movilizo infantería, ni artillería, ni caballería ni nada de nada. Doy la orden y aparecen las cabezas nucleares y luego... luego normalmente no aprieto el botón rojo o lo aprieto y aquí paz y después gloria. No hay término medio y eso me mosquea. Mis diplomáticos y generales de a pie son unos inútiles cuando se trata del extranjero. Creo que no saben idiomas y así no hay forma de comunicarse. En concreto tengo un diplomático que es tartamudo y sólo repite la misma frase, luego está listillo que se calla y mira desde arriba (con aquel "usted no sabe con quien está hablando") y luego está el que da miedo, el que destruye y no sabe ni quiere entender. Mierda, pero es así. Los generales son otra historia, atacan y hacen daño. Están bien entrenados, pero no saben retroceder, no se repliegan, ni calculan pérdidas y cuando el daño, cuando las pérdidas son insostenibles, no se dan cuenta y apenas tienen tiempo para salvar su propio culo. Inconscientes o tontos, todavía no sé como tratarlos. El botón rojo es lo que es. El botón de "adiós, muy buenas" y la como la radiación no se controla, acaba segmentando y destrozando mis propias fuerzas.
Supongo que me cuesta comprender otras realidades. El problema está detectado y como dice R (o yo, después de hablar con R) "si sabes cuál es el problema, más de la mitad ya está solucionado". (I will see).
Me equivoco como el que más, pero prefiero pensar que no soy tonto de remate, sólamente que soy un poco más lento aprendiendo. Quizá lo suyo sea licenciar a todos estos inútiles y buscar unos buenos intérpretes que sepan leer, hablar y escuchar en condiciones. Quizá lo suyo sea pensar que no hay enemigos, si no aliados en potencia y destituir a este dictador con parkinson que se chifla por los botones rojos.
De momento (y para darnos la razón a R y a mi) voy a empezar a despedir a toda la cúpula militar por que para lo que podrían servir, no sirven. Los recursos militares irán para investigación y teología. Cálculo y Fe, a ver cómo va. (In progress, diría el matemático. Seguro que bien, diría el creyente).

lunes, 27 de julio de 2009

Y su sombra es alargada...

*


Como lo que deja, como señales que flotan y suben y se enroscan en el aire, arañando los techos, llenando las nubes... transformado en fantasma, en memoria gaseosa de lo que un día fue...

Pues sí, el sábado dejé de fumar. Flípalo. Que ¿por qué? pues por que ya era hora. No sólo dejar de fumar, si no más bien de empezar-a-no-fumar (que hay que verlo como un comienzo, no como un final). Vuelvo a preguntar (por que el mono es terrible y exige respuestas), ¿por qué?. Pues bien, por que llevo 9 años fumando y el orgullo tonto de haber empezado tarde (sí, lo sé mamá, TONTO), en aquel piso-estudio de verano de El-rubio, ya me ha dejado de hacer gracia, por que ya me he hecho mayor (leer 36) y por que 9 años, ya dan para tener los pulmones pelín mustios. Hay más razones, como por ejemplo la leyenda urbana (que hacen correr las malas lenguas en un esfuerzo por difamarme) que hace referencia a los ligeros y amables sonidos que emito cuando duermo. También está esa otra que me hace sentir culpable cuando "alguien" menciona que huelo a viejo (puyas exageradas, a todas luces) y que para lavar mi culpa acabo acudiendo al señor Colgate y a un lavado de manos y cara (tal que Pilatos). La que más me enternece, sin embargo (y la que vale un Potosí) es esa que Animalito esgrime con tanta maestría y que con cara de infinita tristeza me dice que duraré menos y me moriré antes. Ahí hay una de esperanza y de fe guardada, que a uno le desmonta y no tiene por más que tirar el pitillo, pisarlo con rabia y alzar el puño al cielo, mientras jura no volver a pecar. Aunque lo suyo siempre sea durar menos que los seres queridos, por puro egoismo, claro está. La otra razón que me encontré, como quien encuentra un billete de 20 euros en un tejano viejo (no suelo tener de más calibre conmigo), es la del ahorro para mi triste nano-micro-economía. Sé que es muy posible que con mi decisión hunda a Phillip y Morris acabe suicidándose, o que Altadis reduzca tanta plantilla que tenga que cerrar, pero lo siento. No puedo sostener más emporios económicos. Es muy posible que hayan represalias y que día sí, día también me encuentre, frente a la puerta de mi casa, envíos ingentes y gratuitos de cartones de L&M, o de Marlboro (el caviar de los pitillos), o de Winston, (nunca de Nobel, sólo tabaco de hombre). Sé que me lo van a poner difícil y que buscarán mil y una artimañas para que acabe sucumbiendo a las delicias del alquitrán y la nicotina. Yo, que he sido un todoterreno tabaquil: Pipa, puro, purito, pitillo, pitillo de liar (el de la risa me baja la presión), hasta rappé, que no sé si entra dentro de la categoría, pero también te deja mocos marrones. Ahora heme aquí, con King-kong mirándome desde la ventana, sin rubia platino a la vista, con los ojos desencajados y las uñas largas... por si esto va a más y acabo colgado de techo. Resistiendo, con un Par!**

* transformación-de-cigarrillo-en-bola (de ansiedad). Truco de magia.

**(que son dos, que son las letras L y M, que 2x10 = 20, que son los cigarrillos que hay en la cajetilla, que son el número de mitades en que se divide el cigarrillo (cosa-que-se-fuma y cosa-que-no-se-fuma o filtro), que son los días que llevo sin fumar (por que el de hoy no cuenta, que me dio asco y eso es buena señal)).

Pufffff...

sábado, 25 de julio de 2009

Saltos


Qué cosa adelantar la pérdida. Como decidir que ver una matrícula que suma trece nos va a desgraciar el día o pensar que uno no se va a curar de lo que sea que le hayan diagnosticado. Darlo por cierto, asumirlo y precipitarse. Navaja de Occam que diría alguno. Si todo fuera así, uno sólo viviría del pasado, de lo vivido. Sacaría su regla de medir (cada vez con más divisiones y más inalterable que el "metro" famoso de iridio), su mazo de juez suicida y diría: -Esto es así- o -Esto será asá-. Como si esto que vivimos, no tuviera más remedio que acabar, acabar así o acabar asá. O como si esto fuera consecuencia de aquello o aquello sucederá por que ahora sucede esto. Falacia, como diría Lopack (Post hoc ergo propter hoc). Falacia y de la buena. Pensar así, sentir así, se parece demasiado a esas maquinitas que habían antes en los recreativos. Esas que tenían bandejas llenas de monedas y que parecían todas a punto de caer por que metiéramos una más. Pero nunca caían. Falacia. La vida puede resultar muy cómoda y dura y triste, de esa manera. Tampoco digo que uno sea un ferviente creyente, ni un flower power. No. Tampoco es eso. Pero sí que tiene que ver con la Fe, por llamarlo de alguna manera. El dejarse ir y creer. Confiar, supongo. Confiar lleva (algo camuflada y con disimulo) la palabra Fe dentro. Justo en medio. Embarazada de Fe. Con-fe.
No pierdo la perspectiva. Ya sé que todo lo que empieza tiene la manía (y el acierto) de acabar. Lo que importa es lo que hacemos con eso. Hasta dónde nos lleva, cómo nos transforma, cómo crecemos y qué somos capaces de dar o de recibir. Ahí reside la Fe y también la voluntad. El querer creer, que es el primer paso para poder creer.
Un día decidí que yo era agnóstico. Creo en algo, pero no sé ponerle cara, ni nombre. Creo en esa Fuerza (como bien sabe el maestro Yoda). El motor. Hace años pensaba que el motor que lo movía todo era únicamente la voluntad, por que todo tenía voluntad (personas, animales, vegetales, minerales, nubes, planetas, universos...) . Ahora empiezo a comprender que la voluntad es importante pero no suficiente. Como Agilulfo (el caballero inexistente, del cuento de Calvino), pensaba que sólo con querer existir era suficiente, pero no había caído en que Agilulfo acaba desapareciendo. Supongo que no entendí el cuento. La armadura sin caballero que todo lo hacía bien y mejor que los demás, se quedó sin motivo para seguir existiendo. Le faltó Fe (en su caso amor, que es lo mismo). Le faltó el salto al vacío.
A veces pierdo el hilo. Es bonito soñar con las cosas bonitas, con los futuros que uno quiere. Es difícil saber lo que uno quiere, pero cuando lo concreta, lo visualiza, lo empieza a vivir, es demasiado sencillo empezar a creer ciegamente en eso. Tampoco es la solución y menos cuando lo que uno quiere no depende enteramente de uno (menos mal). No es la solución por que uno no consigue todo lo que quiere (aunque a veces encuentre lo que necesita). Así que creer se convierte en un estado, en una burbuja sin contornos definidos que vamos haciendo girar en el aire con nuestra fuerza de voluntad. Hoy es hoy y mañana también es hoy (y no por que sea lo mismo). Ayer es lo que ya sabemos y ahí se queda (como el libro de Calvino, en la estantería) por si algún día lo necesitamos. Uno tiene en su mano decidir si lo usa o se arriesga.
El funambulista está en el cable. Calibrando, equilibrando entre la ganancia y la pérdida. El que salta (por que se acaba saltando) cree que hay red allá abajo y mientras, con su mejor sonrisa, gira y da piruetas imposibles por que quiere y por que sabe que no habrá otro momento mejor para hacerlo.

viernes, 17 de julio de 2009

36


Pues eso, que es mi cumple. Estoy en mi cafetería favorita (sí, hoy prometo ser ñoño-ñoño-ñoño) con los restos del café con leche, los restos de croissant de chocolate (no hay quien se acabe esta bomba), unos pitis (los justos, sólo los justos), las entradas que me ha regalado Animalito (para irnos “a cualquier otra parte”), el diminumicroordenador que me ha regalado Vakame (tantísima grasia, padre) y una sonrisa de oreja a oreja. Aunque no haga sol, aunque no llueva, aunque el día no acabe de decidir qué quiere ser.

Llevo unas cuantas semanas con puntas (que es cuando uno es tan cochinamente feliz que no sabe muy bien qué hacer ni dónde meterse y acaba explotando por algún lado). También llevo algunas semanas echando la primitiva y el euromillones (por ahora sólo un reintegro), quizá porque soy consciente de que no me va a tocar y de que (de algún modo) equilibro toda mi buena suerte, con la mala suerte de que nunca me toque. No me importa que no me toque si sigo conservando esta… buena racha (ayyyy las supersticiones). No me importa seguir en la Secta durante treinta o cuarenta años más, o hacer malabarismos con la cuenta corriente (que más que malabarismos es cuestión de prestidigitación).

Ha sido (y seguirá siendo) un camino difícil. Han cambiado muchas cosas. He cambiado muchas cosas. De unas no me he dado cuenta y todavía tardaré un poquito en darme cuenta (siempre llego tarde, pero llego) y de otras cosas sí he sido consciente (a veces demasiado). Mitad caracola, enrollado en mi propio yo y mitad sordo (sin eco de olas). A medias, casi, pero “in progress”.

Ayer le decía a Animalito que llevaba un tiempo con la piel dada vuelta. Estoy aprendido a escuchar y a volverme esponja y la consecuencia es que no me cambio por nada. No me difumino ni quiero estar más de visita. Quiero “esto” y quiero más de “esto” y más de “aquello” (que es lo que ha de venir, sea lo que sea). Creo que es todo cuestión de arriesgar, de no quedarse parado en los sitios que uno conoce. De asomar la cabeza, olfatear el aire y ponerse a caminar. Decidir, dejar y tomar.

El año pasado celebré mi cumpleaños en el bar de la esquina. Animalito me preguntó (por que Animalito ya estaba ahí) que cómo lo iba a celebrar y no supe que contestarle, así que tuve una pequeña conversación conmigo mismo y me fui a emborrachar (gintonic mediante) al bar donde traté de educar mi paladar a la cerveza (sin demasiado éxito). Estuve solo por que quise estar solo y cuando no me aguantaba ya en pie, me fui arrastrando (literalmente por las escaleras) a mi cápsula, donde recibí un par de llamadas que no supe contestar adecuadamente, para enterrarme en la cama-que-no-paraba-de-dar-vueltas. Fue mi regalo de mí para mí. Permitirme ser yo. Fue extraño, pero fui feliz.

A partir de ahí no he dejado de excavar. Ya había empezado antes, pero no me (lo) tomaba en serio. Y ¿sabes qué? Me gusta lo que he ido encontrando. Casi tanto como lo que me queda por encontrar. Seguiré echando lotería para que no me toque jamás.

Gracias.

D.

martes, 14 de julio de 2009

Límites


Tengo entendido (como ahora estoy escribiendo en una libreta, luego lo comprobaré en la wiki) que la palabra témenos (τέμενος) significa algo así como un recinto dedicado a un dios, pero que también eran las montañitas que uno dejaba cuando hacía surcos en la tierra. Témenos, era una línea, un límite. - A partir de aquí es "una cosa", a partir de allá, es otra-. Aquí vive un dios, o yo, o mis vacas, o mi familia o mis sueños, más para allá... vosotros os apañais. No es que no me importe, es que me importa menos. Por que cuando uno traza unos límites o se encuentra con unos ya trazados y los acepta, lo siguiente es hacer algo allí dentro.
Todavía recuerdo aquello (o por lo menos algo me suena) de cuando una "x" tendía a infinito. "El límite de x que tiende a infinito (que infinito era un 8 que ya estaba tendido). Yo pensaba que era un límite tonto, por que no veía que el infinito tuviera límites y claro, la x estaba "working in progress" hacía infinito. Uno a veces se relaciona así con el mundo, como esa x de límites difusos y mientras más difusos sean los límites que quiere para sí, más difuso se vuelve uno. Es una relación uno a uno. "Si todo vale, es que nada vale" (dice el Hermano Protector y que razón tiene). Ése, es un extremo peligroso. Tampoco es mucho mejor que el otro extremo de limitarlo todo (etiquetar, clasificar, reglar, fijar, pulir y dar esplendor) por que es un poco matar y disecar las cosas (minerales, vegetales, animales o cosas).
Es difícil poner límites sin pensar que uno acaba con un "algo", una posibilidad, pero sospecho que (comparativamente) el precio de no ponerlo sería mayor. Uno decide cuando pone un límite (o va Animalito y te da un coscorrón y te empuja) y las decisiones sólo lo son (de verdad) cuando se pierde algo o se deja algo.
Uno puede poner sus límites, expresarlos, escribirlos, ponerles sellos y pólizas y llevarlos al notario para que de fe (y se lleve pasta por que tiene más fe que uno), pero eso no significa que los demás los reconozcan (que reconozcan a uno) o los acepten (que acepten a uno) o los quieran para sí (...)
El sentido común no es tan común como pensamos. Así que uno acaba poniéndose límites a uno mismo, trazando los surcos de su recinto y saliendo de vez en cuando a mirar que el surco siga ahí, no vaya a ser que venga otro con su arado (o sin él) y le importe un culo el surquito. Tampoco hay que obsesionarse, pero si uno decide, si uno delimita, es por que es y por que quiere ser y eso merece un respeto (por lo menos el mío).
En conclusión, que si a uno le gustan las momias (todas muertecitas, archivaditas, sequitas e inmóviles (la gran mayoría)) que se vaya a un museo y si, por el contrario a uno le fascina el camarote de los Marx (que mola, pero no hay quien pegue ojo), pues eso, que aproveche. Yo me voy a la playa, a ver si me diseco un poquito y chapoteo otro poquito, que es lo suyo.

lunes, 6 de julio de 2009

Doppelgänger


Según la wikipedia, el doppelgänger es "el doble fantasmagórico de una persona viva". No pude comprobar (aquella tarde de jueves) si mi doble estaba vivo o era un fantasma. Apenas nos vimos unos segundos y creo que los dos nos asustamos. Yo estaba curioseando y mirando algo para una "excursión" en la agencia de viajes del FNAC (cuando había agencia de viajes, que ahora es el servicio postventa). Hacía cola y estaba de pie. Miré sin mirar (como siempre que hago cola) y pude ver a Yo quietecito y subiendo por la escalera mecánica. Yo se giró y me miró. Creo que abrió la boca por que Yo también la abrí y nos miramos como una pareja que se despide en la estación de tren (uno quieto y el otro moviéndose sin querer moverse). Yo estaba más rellenito, eso sí que es verdad, pero sin duda era Yo. Nos dió miedo perseguirnos por que ninguno de los dos movió un dedo. Creo que me molestó estar repetido. Uno esforzándose tanto por ser uno y resulta que es dos. Tanto que me ha costado reconocerme y diferenciarme de lo que me rodea (cogiendo un poquito de aquí y un poquito de allá) y resulta que realmente no hacía tanta falta.
La wiki también dice que encontrarte con tu doppelgänger es un augurio de mala suerte, o de muerte o de vaya usted a saber que cosa mala. Bueno, a ver, cosas malas si que me han pasado desde entonces, pero también buenas y todavía no me he muerto (lagarto, lagarto) así que no sé muy bien que efecto produjo (produje) Yo en Yo y Yo en Yo. Por que ahora que lo pienso Yo podría ser el doble fantasmagórico de Yo. Tal vez Yo fuera el mal presagio o el mal augurio y maté a Yo (o le avisé de su muerte o de la muerte de su buena suerte) sin ser consciente de ello.
Recuerdo (por que entonces no tenía ni idea de todo esto del doppelgänger), que estuve pensando sobre mi gemelo del que me separaron (subrepticiamente y para vete a saber que clase de experimento genético, secta satánica o millonario estéril) en la maternidad de la Vall d'Hebron. También pensé en un posible "desliz" o familia paralela de papá, que siempre trabajaba mucho y la casa "se le caía encima" (aún se le cae, pero no creo que le pille nunca dentro). Descarté que fuera mi gemelo inverso (especular) que vive en Australia, por que es metafísico y por que es imposible que nos encontremos nunca sin que estalle en Universo. Divad debe ser muy rico y debe estar pasando una mala época, pero oye, ya le tocaba.
Esto me recuerda a que un día en el trabajo estuve media mañana preguntándome qué había detrás de-la-puerta-que-no-da-a-ningún-sitio. Es una puerta grande, con espejos y está al final del pasillo de contabilidad (al lado de donde tiene el despachito el imbécil, para más señas). Al Hermano Contador y a mi nos hizo mucha gracia y estuvimos tirando de ese hilo un buen rato, hasta que llegó la Madre Superiora y nos dijo que daba al almacén de Pronovias. No la creímos por que su teoría era más improbable y bizarra que la nuestra (que iba de mundos especulares y universos paralelos).
La verdad es que da un poco de yuyu saber qué hay "detrás del espejo", por que una cosa es imaginarlo y otra cosa es atraversarlo (sin proponértelo) y encontrarte contigo en unas escaleras mecánicas del FNAC. Sea como sea, ese espejo debe ser ligeramente convexo... por que... Yo te vi un poco más rellenito... Tigre!

miércoles, 1 de julio de 2009

Working in progress


Nuncá "proguesé adecuadamente". Más bien lo hice (y lo sigo haciendo) de manera "freestyle", o sea, que cuando lo hago no lo sé y cuando dejo de hacerlo tampoco me entero. Supongo que es algo que te tienen que decir. El progreso parece que te tenga que llevar a "alguna parte", pero no siempre es así. Progresan las nubes, los japoneses, el cambio climático, un tornado, en fin, muchas cosas progresan y no van a ningún sitio (excepto los japoneses que vienen a ver a Gaudí). Progresan en sí mismos, digamos que se hacen más ellos mismos y uno tiene una vaga idea de que progresan por que han seguido algún tipo de crecimiento y coherencia con su propio yo. Eso es, al menos, lo que piensa el que piensa desde fuera.
Yo no sé que clase de crecimiento estoy siguiendo, por que hasta el momento no tengo una referencia clara. No me he topado con mi doble (mentira, que una vez lo vi en las escaleras mecánicas del FNAC), ni con mi gemelo inverso que vive en Australia. El caso es que Animalito piensa que progreso adecuadamente y lo sé por que se lo dijo al novio de su amiga morena (que me pareció ver hoy con una rubia cuando salí de casa). En fin, supongo que todo es un progresar, o no.

Reflexiones porosas


Cuenta la historia que al joven Guillermo le daban para comer guisantes todos los días. Al joven Guillermo no le gustaban. Los odiaba. Un día, su madre (por que haberla húbola, aunque en esta casa se desconozca su nombre) llevó al joven Guillermo al mercado y apiadada de su pobre niño le compro un par de onzas de salmón, tres celemines de salmonete y cuarto y mitad de navajuelas. El joven Guillermo degustó todo de buena gana y concretó que lo que le pirraban eran las navajuelas. En Ockham, que resultó ser su pueblo natal, todo el mundo se enteró y se regocijó con tan buena nueva, que liberaba al joven Guillermo de Ockham de una muerte por inanición a la vez que se revelaba un principio filosófico tan grande como un templo. Las Navajuelas de Ockham: "Si a Guillermo no le gustan los guisantes, antes de que se muera de asco o de hambre, dale navajuelas y déjate de estupideces."
Este principio universal (que no puede aplicarse a todos los campos del conocimiento por no revelar la verdad, si no lo más probable por sencillo) me lo he venido pasando por el forro durante mucho tiempo. Ya me lo decía mi madre "tu es que te comes mucho el coco y te ahogas en un vaso de agua". Cierto.
A Dios no hacía falta matarle por que a Dios, no hay (bonita redundancia) Dios que le entienda. Tal vez es que no habla nuestro idioma o tal vez es que no existe, o tal vez es que no le entendemos como queremos entenderle. Se sospecha que existe, por que lo creamos a menudo. Miramos alrededor, no vemos nada y al primer tipo (o animal, vegetal, mineral o cosa) que pasa con aire de saber más (gesto sagaz provocado o involuntario) le llamamos Dios. Brian sabía que la gente cree en lo que quiere creer, cuando en lugar de escuchar sus palabras de amor universal, adoraban a su sandalia. Dios, la autoridad, venga de donde venga. "Eso que ponemos ahí" "el del plan secreto" "El orden". Dios tiene muchos nombres, tantos como ganas tenemos de crearlo. Los más discretos le llaman "suerte" los más simples "destino". Nietzsche le mató y Freud le llamó papá, en tiempos de crisis se le llama Jefe y Mark Twain proclamó a los hombres como los dioses de los perros (aunque estoy seguro de que habrá habido alguna cultura que haya deificado a los perros). ¿Y si no hay "plan secreto"? ¿Y si no hay que poner "algo ahí"? ¿Y si el orden cambia constantemente? ¿Y si en lugar de mirar y no ver nada, aceptamos (de una puñetera y santa vez) que no hay luz o que somos ciegos?

El joven Guillermo tenía una respuesta. Si hay navajuelas, ¿para qué voy a comer guisantes?
(es decir), ¿por qué crear una idea tan compleja e incomprensible como Dios, si luego no la entiendo?
Pues eso... que te comes mucho el coco y te ahogas en un vaso de agua. Con lo ricas que están las navajuelas...