sábado, 3 de julio de 2010

Apología y Viajes


En Madrid soy mejor persona. Llevo una semana comprobándolo desde que la semana pasada, por cuestiones relevantes pero que no sé si vienen al caso, estuve de "finde" en dicha ciudad. El viaje resultó raro, desorganizado y azaroso, pero mereció la pena. Volar con Riánse-air es, ya de por sí, una aventura, no sólo por tener que ir a Girona con el autobús que te toque en suerte, si no porque nunca sabes cuando despegarás. El caso es que me pudrí tanto con toda la intendencia que cuando por fin llegué, aún llevaba el chip Barcelona puesto. Es decir, caminar con paso firme (sin tener ni idea de dónde estoy ni como se llega al hotel), cara de pocos amigos (en realidad tengo pocos, pero el resto del mundo no lo sabe) y desenvoltura urbanita (vistazos rápidos al mapa-laberinto del metro localizando destino, transbordos y finales de línea).

El hotel, que resultó ser un "hotel hallazgo" del muy querido "agárralo.com", era ya una buena prueba de la aventura que estaba dispuesto a vivir. Estaba lejos del centro, pero lejos, lejos. Después de 3 líneas (sin pisar la circular, porque me parece una línea infinita) y de un largo paseíto entre zonas industriales, pude llegar a destino. Me registré, pagué, me duché, me tumbé y volví para el metro, para sentir que realmente estaba en Madrid y no en un polígono de las afueras de Barcelona. Mi estado era nervioso, cauto, llevaba esa máscara que uno se pone cuando es un urbanita curtido y previene cualquier golpe que pueda recibir de sus congéneres (malvados o no). No fue hasta que me puse a escuchar a Egon Soda, que me empecé a dar cuenta de que había abierto una brecha en mi realidad y de que podía hacer lo que me diera la gana. Egon me recuerda a Madrid, ya sé que son de Barcelona, pero es una historia compleja. Total que a partir de ahí, anduve "feliz como una lombriz", por las calles y callejuelas de "Madriz". Allí la gente se llama Felipe, Fernando, Mariló, Margarita, Paloma y eso es algo que me resulta extraño y fascinante. Como las paradas de metro "Mar de cristal", "Diego de león", "la Latina", "San Chinarro" (debió ser un santo oriental gigantesco) "Lavapiés" o como los pueblos de alrededor "Ribasvaciamadrid" (que no sé si ribas iba hacia Madrid o que ribas vaciaba Madrid).

Creo que no se notaba el acento, aunque alguna vez se me escapó un "deu" y no es porque reniegue, ni me averguenze ni patatín-patatán, simplemente es porque cuando voy a algún sitio sufro una especie de transformación y hago lo posible por ser aborigen. Algo se me debe notar en la cara, porque no creo que quedara un pedigüeño, puta, o colaborador de ONG que no me parara a contarme su vida. Sin duda cambio y se me debe de poner cara de bonachón (o de tonto). Paseé sin rumbo (es de las cosas que más me gustan), busqué cafeterías, librerías, bares de tapas y disfruté yendo de safari analizando los usos y costumbres de las gentes del lugar. Aprendí que la "clara" también puede ser con gaseosa, que los bocadillos de jamón (si no se pide expresamente un "pantumaca") sólo llevan jamóny que hay una diferencia entre tapa y ración. Me sorprendí de que las primeras fueran gratis y estuvieran incluídas con la clara (con limón, por supuesto). Me hizo pensar en las diferencias de precios y me pregunté por qué en esta ciudad donde vivo, tan cosmopolita, guay y megamoladora, me cobran por todo y si puede ser más caro. Otra cosa que me enfermó es cómo me sentí cuando vi a tantos tipos vestidos con la camiseta de la selección (España-Honduras) y banderas de España. Los miraba con cierto apuro porque según la creencia popular catalana, todos debían ser una panda de fascistas y peperos. Y no, en absoluto. Me fastidia haber heredado unos prejuicios en los que no creo, pero que aquí (digan lo que digan) siguen estando presentes y muy presentes. Haber nacido en Catalunya, para mi representa tanto como haber nacido en el Hospital de la Vall d'Ebron, algo circunstancial. Me siento tan catalán, como español o europeo o terrestre o sistema solariano o vialactense. Supongo que por estas palabras podría ser quemado por hereje en Plaça Catalunya. En fin, me da igual. Hablo en castellano por que es mi lengua materna y paterna y porque me entiendo con más gente y hubiera preferido estudiar más inglés que catalán. No reniego de nada, pero tampoco quiero ser miope.

Total, que Madrid mola, que me gustará volver de nuevo y que me gusta más abrir puertas que cerrarlas.

(Por cierto, los de "La Rosa de los Vientos", geniales!! :D)

3 comentarios:

  1. Madrid es geeenial. Todo y ser la capital y ser más grande y haber más gente que en Barcelona, da la sensación de que la gente vive más tranquila y mejor, y que tienen más vida social. Al menos eso me pareció a mí.

    La primera vez que fui (hará como diez años) el bocadillo de jamón con pan con tomate a me lo sirvieron con tomate en rodajas, me hice una foto con Toni Genil, vi una paradita de fachas (esos sí que eran fachas) en la Puerta del Sol y me robaron en la discoteca Kapital. ¡Ah, Madrid!

    (Por cierto, ¡qué bien suena Egon Soda!)

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  2. Madrid tiene un encanto difícil de explicar... y más para aquellos que somos del mediterráneo.

    Para mí fue un auténtico descubrimiento.

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  3. Lo mejor de los viajes es el descubrimiento de uno mismo y de los que puede ser. Sobre todo "disfrazarse", descubrir y descubrirse y ser.

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