Hay un par de temas en los que no dejo de pensar. Los dos están relacionados, lo sé, pero aún no sé cuánto o si el hilo que los une es lo suficientemente consistente. Escribo y ya se verá.
El primero va sobre porqué no voy a votar. No voy a explicar que creo en los ideales políticos y que creo que es una obligación hacerlo, eso ya lo sé, está ahí y de alguna manera sigo creyendo en esos ideales que, más que políticos, me parecen éticos. La política, los políticos, están tan lejos de mi, que hace tiempo que los deseché, al igual que los representantes de Dios, Alá, Yahvé, Budda o quien sea, en la tierra. Las ideas están bien, los hombres que "venden" esas ideas, no tanto. Hasta aquí nada nuevo. Los políticos sólo ambicionan una cosa, poder. Hay una estructura social que han construido y que se resisten en dejar. No importa quién está arriba o abajo. Pueden cambiar cosas, todavía les damos ese poder, pero es cada día más limitado, más focalizado. Solamente pueden escoger qué estrato social perjudican y qué estrato social benefician.
Ayer leí una entrevista a un sociólogo (link) y me hizo pensar. La política que tenemos, la que hasta ahora hemos conocido, se muere. Es simple, sólo es capaz de actuar de forma local y el mundo hace años que dejó de serlo. Las sociedades, las economías, son globales, están en manos de corporaciones y empresas que no tienen nacionalidad y que no rinden cuentas a nadie. Se aprovechan de ello, saltan y se mueven haciendo que pueblos, ciudades, incluso ahora naciones, se vengan abajo. Una empresa se crea por dinero. Es un ente, no es alguien que pertenece a un lugar, unas raíces, unos principios... su único principio es el dinero. Crece, se expande, cambia de piel, incluso de estructura, pero su "sentido de la vida" es el dinero. La política y el poder cada día están más alejados (como dice Bauman). La política puede distraernos, hacer malabarismos o prestidigitación con banderas, idiomas, lenguas, líneas en los mapas, da igual. Los políticos no tienen poder, no llegan donde puede llegar una multinacional, una agrupación de empresas, de bancos o de cajas. Están presos, secuestrados en su propia jaula, sus dominios y su misión es convencernos de que la jaula es buena y mejor que las otras de al lado.
El mundo está globalizado, nos comunicamos de manera globalizada, sin fronteras, podemos compararnos con la otra esquina del mundo. Las ideas fluyen de una a otra punta del globo y sin embargo, estamos encerrados en una estructura política local sin sentido.
Las alternativas, no se me ocurren. Quizá volver a una aldea sin querer saber (y sin poder saber) nada del resto del mundo, pudiera dar sentido a esa estructura política. Quizá así sabríamos que si nuestra sociedad es próspera, no sólo es debido a nuestro esfuerzo si no a haber dado el poder de gobernarnos a la persona adecuada. O en el caso opuesto, sabríamos que cuello de tirano cortar. Eso ya no es posible. Las estructuras suprapolíticas son demasiado grandes y autónomas. Requieren de nosotros, trabajo y consumo, nada más.
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El otro tema del que quería hablar es del miedo. Resulta que el que tiene poder utiliza el miedo para mantenerlo. Un tipo, un buen intencionado tipo, recibe un encargo. Es un reto, hay que pensar, soñar y proyectar. Es difícil y las condiciones son duras, pero lo acepta. Cuando empieza a realizarlo las condiciones de ese pacto inicial cambian, se vuelven más duras, casi imposibles. El tipo... quizá duda, pero sigue adelante. Cede. Las condiciones vuelven a cambiar (y los modales y los tonos) y es aquí cuando se destapan las caretas y se dice "yo te digo lo que tienes que hacer, no pienses, no te pago para ello, harás esto así y ahora y si no estás de acuerdo tengo a cien como tu esperando". El tipo, vuelve a ceder, pero ya... ya no cede, ya no es nadie, ha dejado que otro le diga quién es. El miedo es terrible, el tipo aprende a vivir con miedo, con angustia, por que ya no es él, es... lo que le han dicho que es.
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Creo que acabo de comprender cuál es el hilo que hilvana las dos historias. Hemos perdido el poder, por que hemos dejado que otro nos diga quienes somos.