jueves, 24 de junio de 2010

Incidente


Serían las 16 o 16:30 cuando salí del trabajo. Mi hora de salida (por la que me pagan) es a las 15, pero mejor no sigo por ahí, por que eso es otra historia y me sentará mal la comida. O sea, que salgo tarde, en medio de un estado catatónico y me voy a buscar el autobús. Tengo hambre, hace calor y me pongo los cascos para escuchar al bueno de Santiago Vázquez hablar de fantasmas. Llego a la parada, pasa uno, dos, tres y al que hace cuatro me subo. No me gusta subir el primero, así que siempre dejo que se me cuelen dos o tres (normalmente ancianas con codos afilados). Hoy no hay carritos (eso es un eufemismo, por que de itos tienen poco), así que respiro tranquilo. A estas alturas, Santi y Fer están comentando las psicofonías "interesantísimas" producidas en un hotel de Terrassa. Me quedo de pie en la zona de carritos, consigo ventanilla. Un señor que luce, sin ninguna duda, su camisa favorita y que hace tiempo olvidó lo que es el gel de baño nos ameniza el trayecto. Noto cansancio en los pies, no sé por que cuando duermo poco, los que primero se quejan son los pies. Pienso que debería hacer el pino más a menudo. Ahora escucho "voces del más allá" (repetidas seis veces y limpiadas digitalmente) que dicen: "mi hermana", como en un susurro. Miro por la ventanilla y me empiezo a dar cuenta de que hace un día estupendo. Me dedico a mirar los coches y motos que nos adelantan. Semáforo, nos paramos. Me fijo en el tipo de la motocicleta que se ha parado al lado. Algo no cuadra. Casco, traje, moto negra impoluta, bragueta abierta y huevos al aire. Me fijo mejor y sí, lleva los huevos al fresco. La bragueta abierta hasta el extremo de no haberse abrochado ni el botón de los pantalones y ni rastro de calzoncillos, slip o bóxer. Dos protuberancias peludas, me saludan cómodamente reposadas en el asiento negro. Estoy por picar en la ventana, para avisar, pero es sólo durante un segundo. Luego pienso que no puede ser un acto accidental, que los huevos no se escapan así como así y que llevar los huevos al fresco... bueno, eso se nota, el airecillo... la melena al viento... Así que pienso que sería terrible hacérselo notar y que me devolviera una sonrisa. En el ipod ahora comentan la singularidad de una parafonía que, diciendo lo mismo, se ha grabado en dos sitios distintos con un intervalo de tiempo distinto, con la misma cadencia de voz. Semáforo, verde y rugir de motores. El exhibicionista testicular arranca y se pierde en la tarde calurosa de Barcelona. Me da por pensar que a pesar de que nos lo merezcamos no llegaremos a la extinción. Alguien o Algo, por ahí arriba o abajo, se lo pasa bomba con nosotros.

Nota de la imagen: la motocicleta no era la de la marca de la imagen, pero por razones obvias, me ha parecido de lo más apropiado.

miércoles, 9 de junio de 2010

Kybalion, ceguera y perrillas.

Parece ser, según algunos dicen y otros apuestan, que tengo serios problemas con las clases pudientes y me dirijo a ellas con excesivo rigor. Hay un refrán en Catalunya que dice: "qui paga, mana" (quien paga, manda) y por lo visto eso no lo acabo de llevar... demasiado bien. Es como si me faltaran por resolver algunas importantes incógnitas cuando la oigo. Quien paga, manda... ¿Quiere eso decir que sólo hace falta dinero para mandar? Por que, para mandar a otro (polaridad), creo yo, vamos, según mi humilde entender, hacen falta muchas cosas y quizá la primera (1) sea "aprender a mandar". Es decir, tener en consideración que se le están dando órdenes a otra persona (con toda una manera de ver la vida singular, con su ética y dignidad correspondiente) y que esa persona, con su buena o mala voluntad, querrá o sabrá ejecutar de la manera, tiempo y forma que considere oportuno. Lo segundo (2), pero no menos importante, es tener conocimiento de que el dinero no (necesariamente) tiene que comprar todo en una persona (física y espiritualmente). Lo tercero (3) es consecuencia de lo primero y lo segundo (causa y efecto), por que cuando (1) y (2) se olvidan, definitivamente pierde valor tanto el que paga como el que obedece. El que paga, está claro, no aprende un carajo de lo que significa el "trato a un igual", por tanto se empobrece y empequeñece, no llegando a ser mejor de lo que es. El que obedece... puff, el que obedece se olvida de que no se miden con dinero todas las cosas de este mundo y quizá, no recuerda que la vida que tiene, el tiempo que tiene, todo lo que sabe, lo que quiere y es capaz de saber y querer, se ve reducido a un objetivo y valor económico. Incluso puede que tal vez, sea capaz de censurar a quien paga por sexo, o a quien paga por matar o a quien paga por los actos más abominables que se le puedan ocurrir. Desde un extremo, sí, pero es comparable (correspondencia). En todos esos aspectos uno pierde su humanidad, su libertad y quizá un poquito su alma (si eres ateo o agnóstico, puedes saltarte la última parte).

Normalmente, aceptamos ese cambio monetario. Trabajamos para vivir (habría que pensar sobre eso), trabajamos para cubrir unas necesidades, a veces básicas y otras totalmente prescindibles y en algunos casos trabajamos para desarrollarnos humanamente o simplemente sentirnos parte de un grupo social (vibración). No digo que trabajar sea malo. Muchas veces es la excusa perfecta para suplir otras carencias o para evitar hacernos cargo de otras responsabilidades. Ése el caso de los que viven para trabajar, grupo denostado y muchas veces despreciado por las alegres cigarras de toda sociedad. Estas actitudes, las puedo entender en mayor o menor medida, lo que me parece perverso es la traducción, es que éso, se haga a cambio de dinero. ¿Quién fija esa cantidad de dinero?¿Quién decide que mi tiempo vale tanto y el tuyo vale tanto y el de otro vale tanto? ¿Qué clase de loco psicópata puede pensar que el dinero puede rebajar, humillar, incluso destruir a ser humano?. Por que, no olvidemos que el dinero, como la justicia, es ciego, va y viene (ritmo), pero que la vida que tenemos es finita, al igual que nuestra oportunidad para ser personas, mejores de lo somos.

En fin, que visto lo visto, es cierto, tengo serios problemas con esta... mentira, que aceptamos y creemos para poder ser, como mínimo, animales sociales (capitalistas y dependientes) (mentalismo). No digo que esté mal, digo que podría ser mejor (generación)si NO nos olvidásemos que detrás de cada bultito con patas, hay una persona igual de complicada, compleja, sencilla o simple, de lo que somos cada uno de nosotros.

domingo, 6 de junio de 2010

Crack's


No sé cómo será en vuestros planetas pero aquí, donde vivo, el tema de los cracks está a la orden del día. Te puedes cansar de oír historias rocambolescas y de película, de vidas de genios que lo tienen todo, por que nacieron para tenerlo todo y que viven vidas estupendísimas alcanzando y superando barreras más allá de lo imaginable. Genios de la informática, finanzas, arquitectura, diseño, etc, etc, que en estos tiempos de crisis, son figuras, modelos a los que seguir y adorar. "Sí, es que era un puto-crack y claro, está trabajando para xxxx en Malaysia, por que claro, tiene cuatro o cinco idiomas y gana un pastón" o "como fue número uno de su promoción, empezó a trabajar en xxxx y ahora es consultor y vive entre Whashintong y Nueva Zelanda, ganando una pasta increíble". A uno cuando le cuentan esas cosas dice: "pues mira que bien"; y cuando le dicen que el "puto-crack" tiene la edad de uno, o menos, a uno le da qué pensar, por que claro uno no es un puto-crack... y ni siquiera llega crack. Tal vez falten los idiomas, la pasión por algo, la inteligencia, el tesón, los pocos escrúpulos o la ambición. Sí, falta todo eso. Aún así, si uno tuviera toooodo eso, también tendría que forrarse para llegar a ser crack, por que, por supuesto, en esta sociedad tan estupendísima capitalista que tenemos, todo se acaba midiendo en dinero.
He notado, también últimamente, que incluso hay dos o tres programas en la T.V. que van de mostrar la vida de ric@s, o casas de ric@s. Me hace pensar que de repente tengan tanto éxito o demanda, ahora que precisamente la crisis todo lo devora. ¿Ésas vidas tan estupendísimas, llenas de lujo y despilfarro que roza la obscenidad, se han de convertir en lo que debemos anhelar, desear y tomar como modelo?. Tengo miedo. Miedo de no saber ver dónde se encuentra el equilibrio, de perderme y dejarme arrastrar por esas "máquinas-ocultas-de-generar-necesidades". No recuerdo quién, pero alguien dijo que: no es más rico quien más tiene, si no el que menos necesita. Tengo miedo de olvidarme de eso, de dejarme lavar el cerebro y pensar que como no cumplo ningún requisito de crack, voy a empezar a sentirme más pequeño y lo que hago menos importante.
Empiezo a sospechar que nos han tendido una trampa. Una en la que te miden constantemente y en la cual siempre llegas por los pelos al aprobado. No sé quien construye la escala de medir (sospecho que lobbys que quieren estrujar más a "la masa" no ilustrada), pero me parece que son los mismos que se están cargando a un clase social que no está arriba ni abajo y que sostiene a unos y a otros.
El otro día, uno que mide con esa vara, me dijo "¿no te gustan los retos?" y sigo respondiendo lo mismo: "Sí, pero no los que tu quieres que lo sean para mí". De verdad, que llegados a este punto, no sé si odiarlos o envidiarlos. Quizá, con un poco de suerte, consiga alegrarme tanto por ellos, como por mí.
Buenas noches.