martes, 12 de mayo de 2009

Divagaciones de un cosmonauta (o por qué el viaje es infinito)


No sé que hago aquí arriba,
en mi pequeña cápsula espacial.
Me dijeron que sería embajador del mundo
y llevaría el mensaje de mi sol
a todos los demás soles.
Me adiestraron tan bien
que casi no floto
y casi no pienso en ser máquina.

Mis padres, en pijama,
no me esperan ya para cenar
y ahora todos los vecinos les felicitan
por tener un hijo cosmopolítico.

Pero ahora que veo, por fín,
el huevo azul del mundo
me digo que no quiero ser cosmonauta,
que no quiero buscar nada
ni ser mucha gente...
Aquí la noche es más profunda
y las estrellas siguen estando lejos.

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