El Zorro era un "zorro" y esto no es una afirmación a lo Magritte o una defensa redundante de "El Zorro" (Mamá ¿por qué siempre me disfrazaste de "El Zorro"?). Esta afirmación tiene que ver con otro zorro, uno que vivía en una madriguera, cerca de un campo de trigo y que un día conoció al Principito (el zorro era macho, por que de otra manera en lugar de un cuento hubiera sido un reportaje de prensa rosa "El principito y la zorra", injusticias del lenguaje, en fin...). Decía que el zorro, sabía lo que se decía. Le explicó al Principito, mejor que nadie, que es amar. Incluso antes de eso, le explicó cómo uno se en-amor-a (el arranque), cómo uno se llena de ilusión (el proceso), cómo uno se llena de necesidad (la querencia) y cómo uno se rompe (la pérdida). Pero lo más importante es que le enseñó a amar (la libertad de irse o quedarse, la voluntad de dar sin esperar recibir) y además le puso precio, el coste. "Uno es siempre responsable de lo que domestica". Qué zorro era el Zorro... él ya sabía que el amor nos cambia, en ese momento y casi sin saberlo, emprendemos un viaje y de los viajes no se regresa (no siendo el mismo, no al mismo lugar del que partimos). El amor nos hace distintos, ni mejores ni peores, nos transforma y se queda a vivir dentro. Rodi dice que "quizá el único sentido del viaje es volver para que uno sepa que se fue" (Rodi es medio zorro, también). El precio es cambiar, el precio es moverse, el precio es vivir, el precio es... el color del trigo.
Sí, el Zorro, era un zorro.
"...Pero el zorro volvió a su idea:
-Mi vida es monótona. Cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra. El tuyo me llamará fuera de la madriguera, como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves, allá, los campos de trigo? Yo no como pan. Para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. ¡Es bien triste! Pero tú tienes cabellos color de oro. Cuando me hayas domesticado, ¡será maravilloso! El trigo dorado será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo..."
. . .
"...Así el principito domesticó al zorro. Y cuando se acercó la hora de la partida:
-¡Ah!...- dijo el zorro -. Voy a llorar.
- Tuya es la culpa - dijo el principito-. No deseaba hacerte mal, pero quisiste que te domesticara...
-Sí- dijo el zorro.
-¡Pero vas a llorar!-dijo el principito.
-Sí- dijo el zorro.
-Entonces, no ganas nada.
-Gano- dijo el zorro-, por el color del trigo."
Un poco gay el zorro, no?, digo, por ponernos un poco menos sentimentales, jijijiji
ResponderEliminaral final te meteré con el mechero...
ResponderEliminar...el color del trigo
ResponderEliminar...en cada amor ganamos brillo, absorbemos parte del otro...luego en esa triste fase que es el desamor nuestro color se torna opaco, gris, hasta que un nuevo color vuelve a brillar y así sucesivamente, nuestras vidas en bucle...la pena es que ahora sabemos que ésos colores no duran para siempre, son cambios constantes...