El tiempo de los bárbaros llegó cuando menos se lo esperaban. Se habían oído rumores de su llegada pero nadie les hizo caso. Aún se sabían engañadores perfectos, habían socavado y vencido a sus antiguos enemigos. Se habían hecho fuertes, más fuertes que nadie y lo que primero conquistaron con la fuerza, ahora lo manejaban con el miedo.
Los bárbaros llegaron y no vinieron de fuera. Aprendieron y crecieron. Adoptaron y se adaptaron y el día que aprendieron que el miedo sólo vivía dentro de ellos, aprendieron a ser libres. Los bárbaros no tuvieron piedad. Destruyeron todo lo que habían temido, sabiendo que la historia nunca les haría justicia. En el camino perdieron su memoria, pero poco les importó. Mataron sus miedos y eligieron ser hombres, en lugar de dioses.
Las revoluciones se dan cuando no hay otra vía posible. Sólo entonces, cuando ya nada se pierde es cuando se tiene la fuerza para luchar contra los propios demonios.
(Que pena que mi jefe no lea este blog)
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