sábado, 20 de junio de 2009

A cualquier otro lugar


A cualquier otro lugar. Lo mismo da. El lugar no es importante hasta que lo llenas. No es nada por que no tiene historia, o sí la tiene, pero ni tu ni yo la conocemos y eso, tampoco importa. ¿Qué más da? Como los viajes, los lugares sirven para saber que uno estuvo y fue (del verbo ser, no del ir).
Además de mis superpoderes como doblador-de-tiempo, también empiezo a tener los del "canvi-de-lloc-instantani", esto es, un interruptor (más o menos en el cogote) que es capaz de desplazarme de la realidad espacial donde esté y transportarme a otra, más brumosa y silenciosa. En esos lugares no hay eco, la voz no tiene mucho sentido y uno se siente tan raro como en una cámara anecóica. Como la falta de memoria, que a uno le suena pero no logra concretar ni fijar el recuerdo. En ese lugar todo es piel y olor a piel y olor a saliva en la piel y arrugas delgadas como alfileres (de esos que se te clavan y te atraviesan). Ese lugar es el espacio donde acaba uno y empieza el otro. Esos huecos y pequeñas cavernas donde vive el deseo y el animal y la urgencia y la sonrisa y los dientes que muerden y el perverso (el que se deja la vida) y el niño (el que quiere conservarla).
Podríamos estar en cualquier otro lugar. En Alexanderplatz, comprando una salchicha a un vendedor-cocina, o en aquel puente tan grande de Rotterdam que daban ganas de llorar. Podríamos estar en aquella calle de Nauplia con un capuccino frappé o en aquella pequeña pizzería de la piazza Navonna con los grifos del baño tan raros. Podríamos estar, incluso, en aquella cala roja como termitero de Ibiza, o en mitad de una prospectk de Moscú, oliendo a albóndigas rusas y a té herrumbroso. O podríamos estar en el banco especial, allá desde donde se veía el circo aquel domingo o en aquella cafetería árabe dónde me enseñaste a jugar al backgammon (y aprendiste que tengo tan mal ganar como mal perder). Podríamos estar en cualquier otro lugar y seguiría dando lo mismo por que el lugar que importa es ése espacio donde yo acabo y empiezas tu, donde la piel se pega y siempre hace calor.

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