martes, 14 de julio de 2009

Límites


Tengo entendido (como ahora estoy escribiendo en una libreta, luego lo comprobaré en la wiki) que la palabra témenos (τέμενος) significa algo así como un recinto dedicado a un dios, pero que también eran las montañitas que uno dejaba cuando hacía surcos en la tierra. Témenos, era una línea, un límite. - A partir de aquí es "una cosa", a partir de allá, es otra-. Aquí vive un dios, o yo, o mis vacas, o mi familia o mis sueños, más para allá... vosotros os apañais. No es que no me importe, es que me importa menos. Por que cuando uno traza unos límites o se encuentra con unos ya trazados y los acepta, lo siguiente es hacer algo allí dentro.
Todavía recuerdo aquello (o por lo menos algo me suena) de cuando una "x" tendía a infinito. "El límite de x que tiende a infinito (que infinito era un 8 que ya estaba tendido). Yo pensaba que era un límite tonto, por que no veía que el infinito tuviera límites y claro, la x estaba "working in progress" hacía infinito. Uno a veces se relaciona así con el mundo, como esa x de límites difusos y mientras más difusos sean los límites que quiere para sí, más difuso se vuelve uno. Es una relación uno a uno. "Si todo vale, es que nada vale" (dice el Hermano Protector y que razón tiene). Ése, es un extremo peligroso. Tampoco es mucho mejor que el otro extremo de limitarlo todo (etiquetar, clasificar, reglar, fijar, pulir y dar esplendor) por que es un poco matar y disecar las cosas (minerales, vegetales, animales o cosas).
Es difícil poner límites sin pensar que uno acaba con un "algo", una posibilidad, pero sospecho que (comparativamente) el precio de no ponerlo sería mayor. Uno decide cuando pone un límite (o va Animalito y te da un coscorrón y te empuja) y las decisiones sólo lo son (de verdad) cuando se pierde algo o se deja algo.
Uno puede poner sus límites, expresarlos, escribirlos, ponerles sellos y pólizas y llevarlos al notario para que de fe (y se lleve pasta por que tiene más fe que uno), pero eso no significa que los demás los reconozcan (que reconozcan a uno) o los acepten (que acepten a uno) o los quieran para sí (...)
El sentido común no es tan común como pensamos. Así que uno acaba poniéndose límites a uno mismo, trazando los surcos de su recinto y saliendo de vez en cuando a mirar que el surco siga ahí, no vaya a ser que venga otro con su arado (o sin él) y le importe un culo el surquito. Tampoco hay que obsesionarse, pero si uno decide, si uno delimita, es por que es y por que quiere ser y eso merece un respeto (por lo menos el mío).
En conclusión, que si a uno le gustan las momias (todas muertecitas, archivaditas, sequitas e inmóviles (la gran mayoría)) que se vaya a un museo y si, por el contrario a uno le fascina el camarote de los Marx (que mola, pero no hay quien pegue ojo), pues eso, que aproveche. Yo me voy a la playa, a ver si me diseco un poquito y chapoteo otro poquito, que es lo suyo.

1 comentario:

  1. límites, con respecto a qué? tan amplios o tan restrictivos, nunca sabemos dónde llegamos, hasta que cruzamos ése límite...para nuestra sorpresa

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