jueves, 13 de agosto de 2009

La sirena de Kiryat Yam


Sirena. Hay que ver las cosas que tiene el lenguaje. Claro que esto ocurre en español, por que sirena es tanto el sonido quejumbroso de los barcos, el estridente de las ambulancias, el liberador de las fábricas, como el nombre que se les da a las hijas del mar medievales, las mujeres con cola de pez. Digo medievales por que Ulises lo que se encontró fueron mujeres-pájaro y fue más tarde, en las leyendas y cuentos medievales cuando las sirenas fueron "mermaids" o mujeres-pez. Sea como fuere, el sonido, el canto es el que cose los mitos.

Hace años, una sirena (sin cola de pez, ni de pájaro) me habló sobre un cuento de Lampedusa que se llamaba Lighea. Desde entonces ese mito me persigue o yo a él, que no lo tengo muy claro. Quizá por eso (y más allá del mito y el icono en sí) me he dejado llevar por la voz de "ellas", no por su canto, si no por el sonido de su voz (en barquito directo a las rocas). Aunque tampoco casi nunca me he resistido a preguntar (sin ton ni son) : ¿sabes cantar? y entonces normalmente me miran raro y me dicen que no (y tengo paciencia y un día las sorprendo cantando a solas), o peor y me dicen que sí y descubro que no tienen cola de pez. Tampoco es que sea muy rígido con esto, pero o te toca por dentro o no te toca, por eso cuando uno oye a escondidas cómo es su voz y es capaz de sentir lo que hay dentro de la persona (o persona-pez) a uno se le pone la piel de pollo y sonríe y sabe que dentro hay tanto mar como persona.

Hablaba de las sirenas y de la noticia que saltó ayer sobre las sirenas de Haifa, donde últimamente parece que se ha visto a una de ellas saltar sobre las olas de una playa israelí. Es curioso que sea cerca de Haifa, es curioso que el sonido de las sirenas avisando de un bombardeo se haya transformado en mito (y mujer y pez) y ahora nade en el Mediterráneo, como el mejor de los cuentos de marineros.

Sirenos o tritones u hombres-pez los han habido también, como el de Liérganes (donde fui sólo para ver como se las apañó aquel hombre-pez en aquel rio tan pequeño). Pero me temo que los hombres-pez son mucho más tristes y no tienen tanto poder de seducción como las sirenas (aunque le pusieran agallas y le pegaran los dedos de los pies a un Kevin Costner madurito. No Animalito, no me convences, se debió quedar bailando con los lobos).

Me gustan las sirenas, me gusta la idea de la lucha interior entre el abandono y el control, me gusta la idea de la voz que tuerce y dobla voluntades sólo por su belleza, me gusta la idea de vivir bajo el agua, donde el silencio es absoluto y uno flota o vuela y la luz es escasa y nada pesa.

2 comentarios:

  1. A mí me da claustrofobia pensar en vivir bajo, o dentro, del mar. Y eso que vivo con una sirenita de cinco años, más linda, que lleva Hello Kitys tatuadas en sus diminutas escamillas, jjijijijij.

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  2. Es que Niñapí es de secano... claro... por eso vive donde vive... :P

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