viernes, 18 de septiembre de 2009

El hijo de la viuda y Abel


Crear y Creer. Sólo hay una vocal y la vocal resulta ser una especie de abismo entre los significados. Creer que esto va a pasar o que esto puede ser aquello. Creer se convierte en la convicción del pie que se adelanta, de la mano dirigida, del gesto iniciado. Más mental o metafísico, más como idea y anticipo de la realidad. Entendiendo realidad como hecho que solidifica, que nos sitúa, que da vida.. La idea como sueño, liviano, libre, sin límite y sin vida, al fin y al cabo. El hecho como elección, como apuesta, pesado, preciso, limitado y lleno de vida.
El vértigo, la naúsea de idea que deja de serlo y se hace y se crea y existe y cobra sentido.
Sabes de qué hablo. Sabes que donde todo es posible, nada es y por lo tanto no hay decepciones. Sabes que donde uno fue, uno puede quedarse (para siempre incluso) y difuminarse y no ser jamás, porque se produce el vértigo, porque el tiempo que se tiene es tan poco, que da miedo usarlo... como si se tuviera otra opción, como si realmente creyeras que tienes otra opción...

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